Capítulo 6 (Out of Touch)

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Joe y Jack parecían llevarse genial, no dejaban de hablar de música mientras Athena y yo simplemente les mirábamos. Al menos ella podía cogerle de la mano, algo muy lindo que tenían era el contacto físico en todo momento, yo aún no sabía si podía no dejar de tocarle nunca. Giré un poco mi cabeza cuando el hilo musical de Sofar de repente era ochentero y empezó a sonar Out of Touch, Joe me acarició un dedo con los suyos y le miré.

— ¿Qué te ha parecido el concierto? No me has dicho nada —.

— Estabas demasiado ocupado con Jack — le dije divertida —.

— No seas celosa, yo solo tengo ojos para una persona y — me puntuó — Definitivamente no es Jack — nos reímos —.

— Me ha gustado mucho más que el anterior sin duda — asentí — Y no porque el guitarrista me haya dado un beso, qué también — puse una cara pensativa —.

Joe me sonrió y se movió el pelo con tan solo una mano.

— ¿Has cenado? — me preguntó acariciando esta vez desde mi hombro hasta el pliegue de mi codo —.

Negué con la cabeza y éste se levantó.

— Ahora venimos chicos, mis disculpas —.

— Aquí estaremos — sonrió Jack mirándonos —.

Me ofreció su mano y le cogí un par de dedos para salir del local, rodeó mis hombros con su brazo y dejó un beso en mi sien, a lo que cerré los ojos, todo lo que estaba sintiendo no tenía sentido, ni tampoco podía ocurrir en tan poco tiempo, o sí. Caminamos en silencio hasta un puesto callejero de hot dogs y me sonrió.

— Prometo cocinarte en otro momento, pero hoy no es ese día, ¿qué te apetece? —.

— El clásico con mostaza — le sonreí —.

Joe pidió ambos y sacó un billete de diez dólares de su cartera, para luego meterla de nuevo en su bolsillo trasero, los llevamos en la mano hasta sentarnos en el banco de un parquecito que hacía frente y le di un bocado.

— Podrías venirte el sábado a casa — le comenté, sin pensarlo mucho — Podría cocinarte y podríamos ver una película o hacer un puzzle —.

— Me gustaría mucho — me dijo con la boca llena —.

— ¿Qué tal Jack y Athena? —.

— ¿Qué tal Joe y Billie? Ya sabemos que son pareja y que se quieren mucho —.

— Joe y Billie son... Amigos que están empezando a investigar su relación — fruncí mis labios antes de sonreír —.

— Tus amigos me caen genial, aunque prefiero pasar tiempo contigo —.

— Vas a tener mucho tiempo para eso, pero si a Athena le caes bien tendrás mucho más — bromee —.

— Entonces debería ir corriendo a agradarle lo máximo posible — me miró — No quiero perder ni un segundo de tu tiempo —.

— Joseph David Keery eres todo un don Juan — murmuré riendo —.

— Billie Rose Hudson es solo que no entiendo como puedo estar tan colgado de ti — me miró — O sí, porque aún no he descubierto nada que me desagrade —.

— Es solo cuestión de tiempo para que todo lo malo salga a la luz —.

— Que salga, luego lo enfrentamos — dio otro bocado, yo otro más y nos quedamos en silencio —.

El silencio siempre había sido una de mis cosas favoritas, si en la vida lograba estar agusto en ausencia de palabras con alguien solo significaba que mi comodidad era muy alta y mi confianza, también. A veces me costaba mirarlo, me daba vergüenza porque estábamos en el limbo, cuando tienes muchas ganas de hacer cosas pero no las haces porque no hay nada claro, pero tampoco quieres aclararlo porque aún tu necesidad no es demasiado urgente. Al acabar de comer ambos nos acercamos al otro y me rodeó de nuevo los hombros, yo le miré y sin pensarlo acerqué mis labios a los suyos para darle un beso, de los largos, de los intensos, de los que llevan lengua y duran casi cinco minutos. Joe me lo recogió de buena gana y su mano apretaba levemente mi hombro cada vez que mi lengua recorría sus labios, nos separamos dejando besos en el labio del otro y simplemente miré al frente, ¿cómo iba a ser capaz de mirarle ahora? Él actuó normal, sin más, como verdaderamente yo tendría que haberlo hecho pero estaba siendo demasiado tonta y cortada por un beso. Éste se repitió, incluso un poco más largo y con sus manos en mis mejillas y sus pulgares acariciandolas, lo sentí más tierno a la paz que excitado y se me subió toda la sangre a la cara, estaba ardiendo y lo sentía.

Cuando volvimos con la pareja les interrumpimos un beso, Jack me sacó la lengua y yo le besé la cabeza a Athena, esta vez la conversación se cruzó, hablando con el chico de la otra mientras terminamos las jarras de cerveza. Yendo hacia el coche de la mano del chico más guapo con el que me había cruzado, ya no me daba envidia sana ver a Jack y Athena dándose besos en la frente o jugando cariñosamente con el otro, yo estaba viviendo mi propia experiencia y estaba siendo magnífica.

Chateau x Joe KeeryDonde viven las historias. Descúbrelo ahora