Veintinueve.

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—¿Estás bromeando?

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—¿Estás bromeando?

Negué con la cabeza.

—Guau... tú realmente eres tonto.

—No soy tonto —repliqué.

—Si eso piensas. —Desvió su mirada.

—Yo, siento que, de alguna forma, no puedo sentir resentimiento.

—Te he mentido por semanas, ¿cómo no vas a enfadarte?

—Te tiré por una ventana, ¿cómo vas a perdonarme?

—Es diferente.

—¡Claro! Es más grave casi matar a alguien —espeté.

—También, pero no sé, no estoy enfadado. —Se encogió de hombros.

—Enfermo. —Fruncí el ceño.

—¿Más que tú? Probablemente no —suspiró—. Aunque sí que quiero saber por qué lo hiciste.

Agaché la cabeza, algo avergonzado al recordar el porqué.

—Creo que te tenía envidia.

—¿Envidia? ¿De mí? —Alzó una ceja.

—Ajam. —Asentí—. Cuando eras pequeño, eras adorable y tenías a todas las niñas a tus pies. Eras bueno en fútbol y todos decían que tendrías un futuro prometedor.

» En cambio, a mí me decían que era estúpido y feo. Se me daba mal el baloncesto y por mi culpa habían perdido el partido contra el instituto rival. Le gustabas a la chica que me gustaba y tenías todo lo que yo quería.

—Qué gracioso que la última parte se invirtiera años después, sin embargo, sigo sin entender por qué me tiraste por la ventana.

—Cuando estábamos en el cumpleaños de Ben, en la casa del árbol, se te acercó Jolly y se te declaró. Creo que me volví loco por ese entonces, ni siquiera me acuerdo bien.

—¿Y aun así te sigues sintiendo culpable? —Volví a asentir—. Tú eres estúpido.

—Ya —sonreí con nostalgia—. Cuando la rechazaste y se puso a llorar, me enfadé contigo aún más, así que cuando te acercaste a esa estúpida ventana, que ni siquiera se podría considerar una, solo pude pensar en lo que más te jodería; destrozar tu prometedora carrera profesional.

—Desde pequeño ya eras malévolo —bromeó.

—Quizá sigo siéndolo.

—Lo dudo —rió—. Ahora eres como un cachorro.

—Ugh, no soy un perro.

—Cállate, psicópata que prefiere a los gatos.

—Habló el que prefiere a los perros.

—Eh, eh, eh, ten cuidado con lo que dices.

Rodé los ojos.

—Realmente lo siento, fue infantil.

Sinceramente, te odio © ✓Donde viven las historias. Descúbrelo ahora