Capítulo 10

327 30 2
                                    


Moana se zambulló en el mar pero este rápidamente elevándola la tomó y la depositó de nuevo en el bote, antes de que ella pudiera entender que era lo que pasaba el mar comenzó a alejarla toda velocidad ante el jaleo perdió el equilibrio y se golpeó en las rodillas, mecánicamente intento afianzarse de algo y tomó las cuerdas  enredando su mano con tres vueltas precipitadas.

-¿QUÉ SUCEDE?.- preguntó con urgencia al océano, pero antes que otra cosa pasará entre la niebla notó una sombra oscura de un ave precipitándose en su dirección.- ¿Maui?

La figura la tomó con rudeza encajando sus garras en las costillas de la chica, Moana soltó un grito por el punzante dolor, el mar levantó una pared de agua que la cubrió por unos instantes haciendo que la criatura soltara su agarre, ella se retorció frenéticamente  y por un momento pareció funcionar, sin embargo, la criatura que no se parecía a ninguna cosa que Moana hubiera visto arremetió nuevamente, esta vez el tirón que le proporcionó fue con mucho más violencia que la anterior,  su brazo derecho aún afianzado a la cuerda sufrió todas las consecuencias y por ende un gran daño, el infame tirón provocó la dislocación del hombre y el deslizamiento de la improvisada atadura que Moana había realizado hizo que lacerantes heridas dejaran en el antebrazo yagas a carne viva, casi desollada. el aullido de dolor que emitió la bella chica hubiera dejado helado a cualquier espíritu, animal o humano que lo hubiera escuchado, las lagrimas le impedían la visión pero creyó ver como el mar agitaba sus olas furiosas tratando de alcanzarla, pero aquel ser ya volaba a una altura  en el cual le fue imposible darle alcance. Con el brazo izquierdo apresado junto al cuerpo y el derecho colgando inerte no había oportunidad de alcanzar la flor en su cabellera, aún así lo intento pero todo esfuerzo fue en vano, ni siquiera sentía los dedos, tampoco dolor.

- ¡Maldición, maldición, maldición, MALDICIÓN..!- gritó, fue un grito lleno de rabia y frustración.

Ella notó que el ave iba descendiendo, entre más abajo en el corazón de la isla la niebla ya no era tan  espesa, y geográficamente pudo ubicarse, pero enseguida con todo su corazón deseo no ver el panorama que se mostraba ante sus ojos. En donde antes se encontraba la aldea, en donde los niños corrían y las risas  coloreaban los ocasos, las prácticas de danza y las palmeas les daban cocos a los habitantes como un regalo, no se encontraba... nada.

Gan cantidad de las palmeras habían sido derribadas, del verde ya no quedaba casi nada, las viviendas eran escombros sombríos y la tierra árida se imponía como una mancha de putrefacción arrasando lo que antes era pura vida.  Planeando para llegar al suelo la criatura soltó sin delicadeza a la chica en medio de un circulo que era rodeado por tikis imponentes, ella soltó un quejido de dolor cuando el hombro dislocado chocó contra la tierra y el antebrazo lacerado se restregaba con pequeñas piedras que se incrustaron en sus heridas. Al leerlos los tikis Moana notó que estaban ofrendados a Pelé y a Kapo, lo que no se podía por ningún contexto significar algo bueno, sobre todo cuando Moana recordó la leyenda que Maui le había contado en la cual se hacia referencia a Kapo como la diosa de la hechicería y que guardaba un profundo desprecio por la humanidad.

-¿Te gusta la nueva decoración?.- enseguida reconoció esa voz que había escupido aquella pregunta burlona.

-Kóonul.

-¡Oh bella Moana!, que bien suena mi nombre de tus labios cuando lo dices en ese gesto de desprecio máximo. Él comenzó a rodear a la chica como un ave rapaz acechando a su presa.

Moana se sujeta con fuerza el hombro dislocado para brindarle un poco de soporte y disminuir el dolor, pero sutilmente para poder posicionarse más cerca de la flor y tomarla rápidamente.

-¿Me has echado de menos? porque yo si, aunque he de decir que no la he pasado tan mal. Bueno con tantos isleños inútiles que no sirvieron para maldita la cosa, cualquiera se hubiera desesperado, pero aun que inútiles y nadie los quiso comprar como esclavos, me divirtieron mucho con sus ridículos intentos de revelarse ante mi. ¡Que divertido que en sus ridículas mentecitas se haya dibujado la idea de que tenían oportunidad!- Kóonul saltó y aplaudió como si estuviera narrando el chiste más divertido del mundo.- Patético realmente, pero bueno, la gente de Motunui no es conocida por ser excepcionalmente brillante ¿no es así?- alzó la ceja con desdén en esto último

La chica entró en pánico, el alcance de las palabras de Kóonul eran como alacranes que encabajan su aguijón cruelmente en el pecho de la chica, imaginó lo peor.

-¿Qué hiciste? ¡MOUNSTRO! 

-¡Own, gracias en verdad! de perores formas me han llamado.- sonrió arrugando la nariz. -y respondiendo a tu pregunta pues nada, únicamente los añadí a mi colección privada, ¿Recordarás mi magnífica herramienta no es así?- y del costado sacó la peculiar daga con la cual había transformado en estatua de sal a aquel pobre anciano.

-No.- La cica se llevó su brazo bueno a cubrir su boca, tratando de evitar regalarle a Kóonul ese grito compungido atorado en su garganta.

-Oh si. pobrecita mía y pensar que su cruel destino es culpa tuya, si tan solo hubieras aceptado ser mi reina, ahora podrías tener a todo el mundo a tus pies, todo cuanto quisieras...

En un rápido moviento Moana se llevó la mano al la flor pre ates de que pudiera siquiera rozarla algo se enredó en su muñeca, un látigo enredado en su mueca la apresó.

-¿Qué?- artículo sorprendida.

El sonido de desaprobación que Kóonul pronunció fue devastador, pero ella vió que no era Kóonul el que blandía el arma, esta provenía de detrás de ella y sorpresivamente le jaló con violencia hacia atrás haciendo que se golpeara en la cabeza.

-Su divinidad diosa Kapo, no sea tan ruda con la pobre chica, no queremos que la diversión acabe tan pronto. 

De la niebla surgió una mujer de lo más hermosa, sus ojos de color negro simulaban los de un poso sin fondo, una corona de flores más rojas que la sangre hacían juego con su vestido y cabellera del color del ébano, la pierna pálida que se veía gracias a la rajadura del vestido poseía un tapiz de tatuajes relucientes de color escarlata, la sonrisa de labios carnosos del color carmín mostraron un aspecto escalofriante pues reflejaban un crueldad infinita a diferencia de su mirada que no reflejaba más que vacío.

Kóonul prosiguió con su monologo suspirando largo y pesadamente añadió:

-Todo lo he logrado ha sido gracias a su divinidad,- inclinó la cabeza en un gesto de respeto hacia Kapo.- Una diosa que sintió el despreció y supo de la insignificancia de los humano, y a la que los demás dioses dejaron atrás y castigaron cruelmente por solamente querer deshacerse del algo tan patético.

-Tú eres humano idiota.- pronunció Moana entre jadeos.

-Es cierto, pero yo guiaré a la raza humana a la gloria y entonces el humano dejará de ser patético. ¡Y BRILLARÁ PARA ADORAR A LA MAGNÍFICA Y PODEROSA KAPO! - gritó lo último y en susurros agregó- que lo único que quiso siempre fue hacernos fuertes y merecedores del afecto de los dioses, pero nadie la escuchó.- A cambió de sus sacrificios sus mismos hermanos la castigaron y sentenciaron al silencio eterno, por eso yo ahora soy el que llevará su voluntad a toda la tierra imponiendo la voluntad de su divinidad.

-¡Estas loco!

-No Moana, solo veo la verdad y el bienestar de...

Pero no pudo terminar el diálogo ya que de pronto en un rápido movimiento algo cortó el látigo que aprisionaba la muñeca de la isleña.

-No mientras yo este en este mundo.- la figura de Maui se aclaró en la niebla dando golpecitos con su anzuelo sobre su mano.

-Imposible.- rugió Kóonul.- se supone que Pelé te tendría cautivo...

-Pues ya no más.- refutó Maui lanzando un grito de guerra al momento de transformarse en un gorila de mas de dos metros y 200 kg. se abalanzó con furia hacia Kapo quien inmediatamente tomó la forma de esa cosa que había sacado a Moana de su boto, los dos colisionaron con un golpe sordo.

Pídele tu deseo a una estrellaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora