Capítulo 6

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"Por bravo mar navegaré

ahogarme yo no temo y soltaré la tempestad 

si eres para mí. 

Ni ardiente sol, ni frío atroz;

me harán dejar mi viaje,

si me prometes, corazón,

amarme por la eternidad..."

En las danzas y en los sueños / Como entrenar a tu dragón 2

 - ¡Maui!!- exclamó con júbilo mientras nuevas lágrimas de felicidad corrían a raudales por sus mejillas, se lanzó a abrazarse del cuello del semidiós hundiendo su rostro en el refugio acogedor que  le brindaba.  Un sentimiento cálido le embriagó el cuerpo, la paz y el confort que tanto había ansiado la arrullaron, ambos se quedaron así sin mediar palabras, solo disfrutando de la cercanía y la calidez, los temblores del cuerpo de la isleña al igual que los sollozos se detuvieron.

- Temí no volver a verte jamás - dijo Moana mientras se separaba y estudiaba aquel conocido rostro.
Maui le regaló una sonrisa llena de significado.

- Ni la fuerza de cien dioses juntos  podrían lograrlo.- el intercambio de miradas  lleno de nostalgia y sentimiento hicieron que la magia radicara plena en ese instante,  ninguno se atrevía a apartar la vista, Moana sintió que el tiempo se detenía al mirar esos profundos ojos negros, dentro de ella miles de mariposas levantaban el vuelo creando sensaciones que nunca antes había experimentado. 

Hasta que un pequeño Maui desde el pecho del semidiós hacía grandes aspavientos con los brazos para llamar a atención de la isleña.

- Claro que también te extrañe - le dijo la isleña sonriendo le enternecida, provocando que mini Maui comenzará a correr extasiado en círculos, para finalmente abrazar el pectoral de maui.

-No te emociones demasiado enano- continuó Maui levantando una ceja y lanzando al pequeño tatuaje danzarín detrás de su espalda - ¡Bien es hora de que estegran semidiós, regresé a ustedes mortales, porque se muy bien que no pueden vivir sin mí.

Moana soltó una carcajada de buena gana apartándose, Maui jaló las cadenas con fuerza haciendo que el lugar retumbara una vez, después otra y una última, entre un velo de polvo se escuchó el sonido del acero romperse, pequeños extractos de roca  se desprendieron de las lisas  por fin  las cadenas cayeron liberando su tiranía  de las adoloridas y marcadas muñecas del semidiós. Sin poder evitarlo, la isleña se apresuró a a volver a los brazos de Maui él ahora sin los  grilletes la envolvió en sus brazos. Después de unos segundos la isleña se apartó avergonzada, temía que con tantas demostraciones de afecto el semidiós se sintiera abrumado, mordió su labio superior y se acomodo un mechón de pelo detrás de la oreja.

-Tus manos -  mencionó el semidiós más para sí mismo tomando las manos de la isleña entre las suyas examinando con detalle la abundante sangre seca que las manchaba y las marcas lacerantes.

-No es nada - se apresuró a decir la isleña quitando sus manos y llevando las detrás de su espalda

-Mo ... - Maui la miró con ternura y preocupación.

-Es lo menos importante ahora, yo... hay algo que no te he dicho...mi aldea ellos...- pero Moana no pudo continuar, el nudo en su garganta apretaba fuerte y convirtió sus palabras en sollozos.

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