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Reventé el chicle sabor sandia en mi boca mientras tecleaba rápidamente en mi computadora, escuchaba el melodioso sonido de mi contador automático de dinero.

La noche anterior había estado hasta bastante tarde en las carreras, con lo recaudado podría llenar la despensa de casa, el arriendo y quizá un fin de semana para mi madrina y para mi en la playa.

Emitió un pitido suave indicando que se había detenido, mire el monto y saque el dinero antes de ir con Paulina, quien se encontraba sirviendo Moqueca en el comedor.

- Madrina te dije que esta vez yo cocino -ella hizo un ademán deteniendo mis palabras.

- Ya trabajaste lo suficiente anoche -asintió sirviendo jugo cuando el timbre sonó.

Deje el dinero sobre la mesa antes de caminar a la puerta, por la ventana pude reconocer a Dominic Toretto, mi viejo amigo.

Lo hice pasar y mi madrina no tardó en añadir su plato en la mesa, lo adoraba, era un hijo para ella desde que él me dió un trabajo, (uno de los primeros donde no era necesario que abriera las piernas o me desnudara tan joven).

- Ha pasado un tiempo Dom -el sonríe de costado llevándose la cuchara a la boca- ¿Que haces en Sao Paulo, hermano?

- Ya sabes -movió su mano libre- lo mismo de siempre, autos -sabía que omitía cosas, por respeto a mi madrina aunque a ella poco le importará- te necesito está vez, tenemos trabajo que hacer

-¿Es algo grande? -él asintió, junté mis manos y lo meditó unos minutos.

Terminé aceptando, con la condición de que nos quedaremos al postre, él aceptó divertido y luego de acabar hice mi bolso y me despedí de mi madrina.

-Volveré tan pronto como pueda, lo prometo -murmuré abrazándola- te llamaré en cuanto llegue, hay dinero suficiente en el último cajón de mi armario si lo necesitas

-No te preocupes niña, yo estaré bien -ella sonrió con confianza- cuídate mucho

Luego de unas palabras más, me fui con Dominic a Río de Janeiro, no hicimos paradas o no que yo presenciará debido a que me fui todo el camino dormida, al llegar al viejo garaje pude divisar algunos autos, motocicletas y otros medios de transporte.

Dominic me había alcanzado a explicar que era un plan muy arriesgado pero que la recompensa al final sería un monto que nunca habría imaginado.

-Bienvenida -sonrió de costado viendo a Mia y Brian, agarro mi bolso y lo cuelgo de mi hombro.

-Yo tambien los extrañe -abrazo a Mia con emoción, hace poco más de diez años que no la veía y nuestra diferencia de edad no era mucha, solo seis años- a pasado demasiado tiempo

-La última vez que te vi solo tenias, ¿Que?, 15 años -rei por el comentario de Brian.

-Y aun asi te patee el trasero -le saque la lengua y le mostré mi dedo corazón en forma de saludo antes de entrar al taller, podía escuchar una discusión entre varias personas.

-Veo que ya se conocen -Dominic iba al frente, separando de inmediato la discusión, todos comenzaron a saludarse entre sí.

-Tej, que bueno verte -camine hacia el y le di un breve abrazo- ¿cómo has estado, y Suki?

-Ya sabes como es ella -negó restándole importancia- seguimos siendo buenos amigos, aunque aun sigue en Los Angeles

-Algun dia tendrás que recibirme por allá -lo abrase de lado caminando en dirección a los chicos, deje mi mirada caer en un guapo asiático.

-Sabes que mi casa, es tu casa -solo le sonreí sin despegar mi vista del pelinegro.

-¿De qué se trata, Dom? -preguntó el comiendo unas papas, relami mis labios al ver que eran mis favoritas.

-Si, ¿Por qué nos hiciste cruzar medio mundo? -apoyo Tej.

-Tenemos un trabajo -me separé del lado de Tej cuando Brian comenzó a llevarnos a una mesa donde nos explicaría el plan.

-Ten -no me di cuenta cuando el chico desconocido pasó a mi lado tendiendome un paquete de las mismas papas cerrado.

-Gracias -sonreí con entusiasmo siguiendo rápidamente a mis amigos abriendo el paquete en el proceso.

-El objetivo se llama Hernán Reyes -comenzó a explicar mi rubia favorita- el maneja las drogas aqui, jamas lo han arrestado por que no deja rastro en papel

-Eso significa que no usa bancos -una linda chica de chaqueta de cuero deduce con facilidad- imagino que debe guardarlo en casas

-Así es, diez para ser exactos -abrió un amplio mapa- repartidas en toda la ciudad

-Y todas serán robadas -Dom se recargo en la mesa.

-Me llamo Han -él habló en voz baja y serena a mi lado

Me había encontrado viéndolo pero en mi defensa, soy una mujer curiosa, y él tiene una especie de aura bastante intrigante.

-Alessandra -me presente con una pequeña sonrisa.

-¿Todas? -pregunto Tej.

-Si, todas -terminó por confirmar mi viejo amigo.

-Es una locura -el moreno habló, podía notar un deje de cobardía en su voz- ¿nos llaman a un país extranjero y quieren robar a quien lo controla?, pensé que era un negocio y creo que es personal, ¿Eso es? -rei por lo bajo- A todos los estimo, pero lo personal no es buen negocio, no quiero hacer esto, hermano

-Es un negocio de más de 100 millones de dólares -apenas a mi cerebro le llegó tal cifra comenzó a maquinar cuánto sería por cada cabeza.

-¿Qué dijiste? -de inmediato se dió la vuelta- ¿Cien...? Yo a veces pienso demasiado en las cosas, y se que acabo de conocer pero tienes que entender -lo interrumpí.

-¿Y si tomamos algo extra, lo dividimos? -pregunte viendo a Dom, el asiente- podrían llegar a ser unos 11 millones para cada uno -Tej me sonrío- cuenten con nosotros -afirmo por ambos mientras a quien pude reconocer como Román gracias a Brian seguía divagando.

-Dar 10 golpes al mismo objetivo no se puede, nadie lo ha hecho -la bonita mujer negó, yo sonreí un poco mientras comía mis papas.

-Cuando ataquemos la primera casa harán lo que puedan para proteger el resto -el pelinegro apoyo, Dom me sonrió con una pizca de complicidad.

-Exacto -el grandulón terminó por responder mientras la mayoría lo miraba con confusión.

Aquella cifra era para mí, el sueño húmedo de cualquier persona con un poco de inteligencia, además, aunque no lo fuera.

¿Ya vieron al guapo asiático que me dió unas papas, cómo negarme a pasar tiempo con él y en el que además voy a conseguir dinero?.

Enamorado de una Brasileña | Fast & FuriousDonde viven las historias. Descúbrelo ahora