C u a t r o :

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La entrevistadora se sienta frente a nosotros, tiene una bonita sonrisa en los labios y él ha comenzado a mirarle las piernas. Creo que todos nos damos cuenta de ello.

- Que sea rápido – digo – Tenemos cosas que hacer.

Siento la mano de Pete recorrer mi espalda con inocencia para al final terminar pellizcándome con fuerza, yo reprimo el dolor.

- Pat, cariño, no seas grosero.

No me gusta que la vea, al menos podría tratar de ser discreto, pero es como si yo no existiera.

- Gracias chicos por hacer un espacio en su agenda para mí – Comienza – Así que cuéntenme ¿cómo se conocieron?

Yo sonrió grande y mis recuerdos me atrapan haciendo que las voces y todo a mí alrededor se desvanezca. Realmente no recuerdo el cómo nos conocimos ni quien dijo la primera palabra, en realidad no creo poder recordar la primera vez porque desde antes de nacer estábamos destinados a estar juntos. Sabes. No tenemos una historia graciosa para contar a los demás sobre el origen de nuestra amistad, y eso en realidad me gusta bastante porque me hace sentir que somos especiales, que alguien allá arriba a escrito una historia con nosotros de personajes principales.

De esas en las que todo empieza bien, y debe terminar igual.

Me pego más al cuerpo a mi lado y en un descuido deposito un inocente beso en su mejilla, él calla y me observa serio por segundos hasta que finalmente sonríe y me devuelve el beso pero en los labios.

- Realmente parece ser que se aman – interrumpe la entrevistadora.

- Si. Patrick es mi vida entera, no sé qué haría sin él.

El reloj ha marcado las tres de la madrugada, un chico rubio se levanta del sillón en cuanto escucha la puerta principal abrirse, tiene los ojos rojos y un montón de pañuelos a su alrededor. Usados por supuesto. Se escuchan los pasos cansados, como si solo fueran arrastrados, y finalmente puede ver la figura encorvada de su prometido.

- ¿Qué haces despierto tan tarde? – Pregunta cansado

- ¿Dónde estuviste? – Patrick lo ignora – Estuve esperándote para cenar ¿recuerdas?

Un suspiro de fastidio brota de los labios del mayor.

- Déjalo ¿sí? Estoy cansado. Mañana hablamos si gustas.

Y sin esperar respuesta sube las escaleras para después el sonido de la puerta al cerrarse inunde por segundos el silencio que ha vuelto a invadir el departamento. Patrick decide que pasara la noche en el sillón, se conoce bastante bien, si sube es capaz de insistir con el tema y hacer enojar a Pete.


El reloj marca las nueve de la mañana, se ha detenido ahí y ha estado así durante quizá treinta y nueve minutos. Patrick sostiene entre sus manos, con más fuerza de la necesaria, una camisa que ya no es totalmente blanca pues alguien ha manchado la pureza de esta. Algo rosa.

- ¿Qué tanto haces Pat? – La voz del mayor se escucha acercarse y el rubio debe apresurarse a meter la ropa en la lavadora... Junto a esa camisa.

- Lavo ropa ¿no es obvio? – responde forzando una risita que suena bastante convincente.

Pete rodea la cintura de su novio para así acercarlo a su cuerpo y depositar un beso en la sien de este. Patrick sonríe con tristeza y aprieta del botón para que la maquina comience a trabajar... Para que esa camisa vuelva a ser tan pura como antes.

- Te amo

- Y yo a ti aun más.


- Si, definitivamente nos amamos demasiado – Responde Patrick con su mejor sonrisa con hoyuelos incluidos.

Los demonios de Patrick Stump |Peterick| MpregDonde viven las historias. Descúbrelo ahora