SD | Eres mi dulce perdición que me condenará mi lugar en el infierno.
Ella era una combinación de dulce y peligro
Él era la prohibido y lo insano
Ellos amaban arder juntos en sus pecados
Fanfic Ilenko Romanov
Todos los derechos re...
¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
CAPÍTULO DOCE ❝ NO TIENTES AL LEÓN ❞
¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
CIARA Nashville, Tennessee
El viento choca contra mi cara, cuelgo mi llamada con Rachel tras preguntarle si sabía algo del Coronel y al recibir una respuesta que me gustaba me concentro en lo que tenía frente mío.
—Su nombre es Rain, es una Hannoveriano hembra apenas tiene cinco años de edad así que está en una buena edad para ser adiestrada a su gusto, señorita Morgan.
—¿Es lo mejor que tienes?—Le acaricio el cabello a la yegua negra frente a mi.—Esta muy flaca, mis cuidados son extremos y si no llega a adaptarse, no quiero perder lo que invertí en ella.
—Es lo mejor de lo mejor.—Se encoge de hombros.—Viene de muy lejos, así que no le voy a mentir, sobrevivo a su propio nacimiento, su madre la quiso matar por ser diferente al resto, pero logro sobrellevarlo y en la actualidad es la que más premios a traído a ese lugar. Es una guerrera, y no va a encontrar mejor caballo que Rain.
Aprieto mis labios y miró a la yegua acariciando su nariz. Era lo contrario a Athenea, era más pequeña y negra, era un poco inquieta pero lograba controlarse. Parecía entrar en confianza con rapidez y eso era un punto a su favor.
—¿Serás buena, eh?—Le susurro.—¿Lograrás soportarme las 24 horas del día si quiero estar pegada a ti?
Escucho una risa y elevo mi mirada rodando mis ojos pues se supone que no debería estar escuchando.
—Es muy hermosa.
—Obviamente, la escogí yo.—Le suelto a Stefan y este se acerca a mi en muletas.—¿Que haces de pie? Se supone que deberías estar descansando.
—Oye, tú fuiste la que me sacaste de mi cómoda cama.
Alzo una ceja y dejo que se acerque mientras yo no dejo de acariciar al caballo frente mío.
