Crónicas de un viaje hacia el sur

ECUADOR

1 de diciembre de 2012. "El inicio de la aventura"

Lugar: Medellín.

El viaje realmente empezó la semana anterior, debido a la preparación del viaje, organizar la maleta, volver a leer la lista, preguntarle a la gente si creía que hace falta algo, tachar lo que ya conseguí, hablar con Manuela, en fin. Fue una semana llena de emociones, tanto que la noche anterior no pude conciliar el sueño, aproximadamente dormí como 2 horas, tengo la ansiedad alborotada, me quiero ir ya, pero al mismo tiempo muero del susto, tengo todo empacado, espero que pase el tiempo, averigüe un tiquete que sale en dirección a Pasto a las 5:30 pm, todavía falta mucho tiempo para ir a la terminal. Muchos pensamientos me invaden, algunos son de cobardía, otros son de expectativa, tengo unas ganas increíbles de torcerme a mis sueños, a dejar a un lado esta aventura, ahhhh necesito explotar, desahogarme. Gracias a mi mamá creo que me fui, con ella pude conversar sobre mis preocupaciones, pero me calmo y me disuadió de cancelar el viaje, al mismo tiempo me lleno de valor, que irónica es la vida, hace menos de una semana ella intentaba por todos los medios evitar que me fuera, pero hoy prácticamente me está montando en el bus. Mi madre me llevó a la terminal del sur, pero no me acompañó, así fue cómo vi a mi mamá por última vez en el 2012.

En la terminal me encontré con un amigo cercano (José), que quiso ir a despedirme, nos quedamos conversando un rato y nos tomamos la "pola" de la victoria (ritual que teníamos algunos compañeros de la universidad). Manu no llegó a la hora que quedamos, sé que en ese momento me desespere, es un pequeño (grande) vicio que tengo, me enloquezco con la puntualidad, el corazón me empieza a palpitar rápidamente, sudo y pierdo la razón, mi mente se concentra en pensar las opciones de cómo evitar el suceso o que hubiera hecho para no llegar tarde.

Perdón por irme por la tangente, vuelvo al tema, estaba esperando a Manu en la terminal con mi amigo José, internamente estaba muerto del susto, tenía el mal de los colombianos, especialmente el de los paisas (su arraigo a su tierra), un miedo de dejar lo seguro por ir por lo que no se conoce, creo que por eso tenemos fama de regionalistas porque nos apegamos demasiado a las montañas que nos vieron crecer. En este punto quiero hacer énfasis, durante el viaje no vi muchos colombianos, no sé por qué nos es tan difícil viajar, ¿Qué nos impide viajar? Planeamos todo tan meticulosamente hasta el grado de decirnos excusas del tipo: que no tenemos la suficiente plata para salir, que es muy costoso o que luego lo haremos cuando podamos darnos ciertos lujos. Que tontos somos, estoy convencido que es necesario salir de viaje, cambiar de aires, de cultura, de conocer nuevas perspectivas, personas, ideas. En esas andaba cuando mi locura me llevo a comprar los dos tiquetes para asegurarlos, tenía miedo que nos quedáramos sin boleto para Pasto. Nos fuimos en flota Magdalena, el tiquete nos costó $80000 cada uno. 

Luego de unos estresantes minutos llego Manu, allí hicimos un pequeño chequeo de lo que teníamos y entró otra vez la desesperación, ¿faltarían cosas?, ¿Teníamos el morral muy pesado? En fin, nos despedimos de José y emprendimos el abordaje, el ánimo, la ansiedad y la adrenalina la teníamos a mil, se notaba en el ambiente, al mismo tiempo la incredulidad nos albergaba, se notaba que ninguno de los dos creía lo que estaba pasando, es más tuvo que pasar mucho tiempo, pasar una frontera y un poco más para que cayéramos en cuenta lo que realmente estaba pasando en nuestras vidas.

El bus salió de la terminal casi a las 6 pm, el día sábado 1 de diciembre de 2012, un día para el recuerdo, nos tomamos una foto y se nos veía la emoción, así nos inauguró un trayecto de 16 horas, en ese momento estaba haciendo un record de tiempo en un bus, que prontamente se rompería en varias ocasiones. Esa noche no dormí ni un minuto, supongo que la culpable fue la ansiedad.