París

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Por fin llegó la noche de mi primera cita. Los malditos nervios me comían por dentro... ¿la ropa que cogí es apropiada? Sé que Regulus me dijo que me abrigase, pero mis ganas de intentar ser atractiva para él son superiores. Creo que el vestido que elegí no está tan mal, y acompañado de un abrigo de pelitos super suave de los que me encantan, seguro que consigo que esta noche no me quite ojo.

-Igual me he pasado -susurro mirándome al espejo del baño-. Esto tiene demasiado escote, aunque... jejeje, y si esta noche deja de ser el caballero y empieza a ser la fiera...

-¿Estás lista? -pregunta petando en la puerta del baño.

-Ya voy.

Me puse el abrigo negro y salí del baño. Él estaba terminando de abrocharse la camisa ante el espejo. Es demasiado apuesto.

-¿Ese abrigo no es muy corto? -me mira por el reflejo-. Pasarás frío allá donde vamos.

-¿A dónde vamos?

-Primero al despacho de Dumbledore.

Mierda... me esperaba otra cosa más romántica que cenar en el despacho del director, pero al menos no es en esta habitación.

>>Vámonos.

Me sujeta de la mano y bajamos las escaleras. En la sala común todos se nos quedan mirando de reojo; mejor dicho, no se atreven a mirar a Regulus directamente. Él no hace caso a las miradas, se nota que le gustan y disfruta con ellas. También sé que aparenta lo que no es, pero no tengo muy claro si engaña al mundo o me engaña a mi.

>>¿Por qué piensas eso? -pregunta cuando salimos de la sala común.

-¿El qué?

-¿Crees que te engaño?

Frené en seco y le solté la mano.

-¿¡Me has leído la mente!? -pregunto enfadada.

-Lo hice sin querer.

-Ya, ¿y cuántas veces?

-Cada vez que te cambia la cara -responde tranquilamente-. Parece que olvidaste lo que te dije -sonríe-. Todo lo que ves de mi es real -me intenta agarrar la mano pero no le dejo-. ¿Qué te pasa ahora?

-Sí, y me dijiste que solo eres cariñoso conmigo, ¿pero qué tengo de especial?

-¿Y yo qué tengo de especial?

-¿Cómo dices?

Pues que eres perfecto.

-Un cretino como yo no tiene nada de especial, pero estás enamorada de mi.

-Razón no te falta -admito-. Lo siento, pero sigo...

-Deja de preocuparte -me besa la frente-, para mi solo estás tú -acaricia mi mejilla-. Y ahora vámonos, no podemos llegar tarde.

Corrimos por el pasillo hasta el despacho de Dumbledore. Es increíble que Regulus se supiera la contraseña, o no tanto, porque cuando entramos, Albus nos recibió con los brazos abiertos.

-Espero que lo paséis bien, parejita -dice el director antes de irse-. La nuit est jeune comme ton amour (La noche es joven como vuestro amor)...

Cuando el director se fue, Regulus cogió una taza de porcelana y después me puso una venda en los ojos.

-¿Es necesario todo esto?

-Deja de quejarte y toca la taza.

Seguro que era un traslador, porque lo único que sentí fue un mareo incómodo antes de tocar de nuevo el suelo.

Regulus Black y tú [COMPLETA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora