Antes de quedarse dormido, Dio Brando prometió faltar al trabajo al día siguiente para darle un descanso a su mente y tomarlo como un fin de semana largo. Pero allí estaba, en una fiscalía de Morimondo que se encontraba a casi una hora de su hogar, buscando documentación necesaria para el caso de uno de sus clientes.
Había pasado una noche bastante agradable. Luego de mandarle un mensaje a Jonathan para avisarle que había llegado, apoyó la cabeza en la almohada y se quedó dormido a los pocos minutos. Lo primero que hizo al despertarse fue tomar su teléfono celular y revisar si había algún mensaje de Jonathan, pero no había nada. "Tal vez está trabajando" pensó, pero aún así tenía un gusto amargo en la boca. Cuando estaba llevando a Giorno a la escuela, antes de que se baje del auto le preguntó si su padre le había mandado algún mensaje, pero la respuesta fue negativa. Sería mentira decir que Dio no había comenzado a sentir un poco de ansiedad, y es que si bien la noche había terminado con paz, tenía la necesidad de que Jonathan reconfirmara la situación en la que se encontraban.
-¿Me estas escuchando?-
-¿Uh?-
-Te pregunté si existía la casualidad de que hayas clasificado los expedientes del primer piso-
-No me pagan por eso- le contestó con una sonrisa sarcástica.
Un silencio incómodo se formó entre ambos.
-¿Qué es lo que te pasa hoy? ¿Te sientes bien?- le preguntó Mariah, la fiscal de turno y una vieja amiga de Dio.
-Sí, ¿por qué preguntas?- respondió tratando de desentenderse de la situación, volviendo a fijar su atención en los papeles que estaban esparcidos por la mesa.
-Cada cinco minutos revisas tu celular. Si necesitas hacer una llamada puedes hacerlo, yo me encargaré del resto. Ya casi terminamos- le dijo amable.
Dio observó como aquella mujer sacaba un cigarro de su blazer rojo y lo colocaba seductoramente entre sus brillosos labios. Con estilo, chasqueó su encendedor y prendió aquel cilindro de papel que tanto odiaba.
-¿Es un hombre?- le preguntó sin mirarlo. Su mirada recorriendo la mesa en busca de su sello. Ante la falta de respuesta, supo que había dado en el clavo. -¿Quién es?-
El hombre frente a ella suspiró con cansancio.
-¿Es alguien nuevo?-
-No pararas hasta saber de quién se trata, ¿verdad?-
-¿Es Jonathan?- siguió indagando.
Al escuchar ese nombre, Dio se tensó de inmediato y sin pensarlo, clavó la mirada en los ojos de Mariah para que unos instantes después, termine agachando la cabeza con vergüenza.
Mariah le dio una largada calada a su cigarro mientras una sonrisa traviesa aparecía en su rostro.
-Con que es él- murmuró soltando el humo.
Si se tratase de otra persona, Dio probablemente ya la hubiera amenazado diciendo que no se metiera en sus asuntos. Pero se trataba de Mariah, la niña que le curaba las heridas siempre que salía de la cantina del viejo Oliver, donde apostaba sus pertenencias con otros hombres mayores para ganar un poco de dinero y comprarle alcohol a su decrépito padre. Al contrario de Dio, no tuvo la misma suerte de encontrarse a un hombre como Jonathan que lo apoyara tanto emocional como económicamente con su carrera, como tampoco fue lo suficientemente buena como para ganarse una beca y salir del calvario que era la ciudad de Canning Town. Dio aún recuerda que la primera persona que lo felicitó por haber conseguido una beca en la Universidad de Londres, cómo también fue la primera que lloro cuando se enteró que se mudaría a Roma para convertirse en padre. En casi todos sus recuerdos estaba esa mujer, es por eso que cuando estaba haciendo pasantías en un prestigioso buffet de abogados en Roma, le consiguió trabajo y le envío los pasajes para que venga a trabajar con él. Poco a poco la mujer fue abriéndose paso en el mundillo y consiguió hacerse fiscal en la actual fiscalía de Morimondo, recibiéndose con un promedio de 7.4 de una universidad en las afueras de Roma.
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Memorias recuperadas // jonadio
FanfictionAU MODERNO: Jonathan y Dio se divorciaron cuando Giorno tenía diez años y no se han vuelto a ver desde ese día. Cinco años despues, ambos se reencuentran. Los problemas del pasado volverán a atormentarlos y se reavivará el fuego de una pasión que cr...