Capítulo 14: Volviéndonos locos

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Era el lunes por la tarde y Giorno se encontraba haciendo su tarea de arte en el desayunador de la cocina mientras Dio y Pucci ponían los ingredientes para una pascualina de verduras sobre la mesada de mármol.

-Cuando dijiste que me invitabas a cenar pensé que la cena ya estaría lista- bromeó Pucci mientras acomodaba la masa de la pascualina sobre una fuente para horno aceitada. Dio solo le regaló una sonrisa silenciosa y siguió secando la espinaca recién lavada. -Aún no me cuentas todo, ¿verdad?- le preguntó, poniendo en pausa lo que estaba haciendo.

Desde que había llegado solo escuchó a Dio parlotear sobre lo que había pasado aquella noche en el hotel de Jonathan mientras que él se había quedado cuidando a Giorno. En ningún momento lo interrumpió, lo dejó hacer su monólogo libremente. Pero lo que le contó no lo sorprendió del todo. Pucci conocía a Jonathan hace muchos años, tal vez lo había conocido más a fondo a través de los ojos de Dio, pero era innegable de que ese hombre tenía un corazón puro. Cualquiera podía notar el amor que Jonathan Joestar le tenía a Dio Brando, pero a decir verdad, le preocupaba un poco lo mucho que lo amaba. Pero no era algo de lo que hablaría, al menos no ahora.

Ambos hombres siguieron preparando la cena. Salpimentaron las verduras y las mezclaron con un poco de crema para que quedaran mas gustosas y suaves. Una vez que la tarta de pascualina estuvo el horno, se dirigieron hacia el living con tazas de café bien calientes. Dio estaba un poco vacilante, se miraba las uñas, paseaba los ojos por toda la habitación... Como si estuviera evitando la charla que el mismo había planeado. En todos esos minutos, Pucci no le sacó los ojos de encima. Su semblante era serio pero sus facciones suaves, parecía un poco harto de la situación. En un momento, Dio se acercó hacia la mesa ratona para tomar la taza en sus manos y le dio un largo y ruidoso trago a su café, dejándolo por la mitad. Apoyó la taza nuevamente sobre la mesa y se dejó caer en el sofá, extendiendo sus brazos por el extenso respaldo y colocando su rostro hacia el techo.

-Pucci- soltó sin mirarlo.

-Dime- le contestó su amigo mientras acercaba la taza de café hacia sus labios.

Con extrema lentitud, Dio comenzó a erguir su cabeza y dejó de mirar el techo. Todo su cuerpo transpiraba confianza y seguridad, emanaba el mismo aura casi egocéntrico de siempre... Pero hoy había algo distinto en él. Algo que delataba que todo eso era falso y solo estaba tratando se mantener su imagen. El delator no era uno, si no dos fanales color miel que no estaban brillando de euforia como solían hacer. Hoy sus ojos estaban tímidos, inseguros, no muy confiados de hacia dónde mirar.

-Me invitó a tomar el té este sábado- escupió con cierta amargura.

Pucci se quedo helado. La sorpresa fue tal que su garganta se cerró, impidiendo el paso del café hacia su estómago. Su boca se estaba quemando a causa del líquido caliente pero su mente no se daba cuenta, aún presa del estupor de tal acontecimiento. Podría parecer exagerado, pero es que no pensó que fuera Jonathan el que diera el primer paso. Aunque pensándolo bien, tendría que haberlo previsto.

-¿Y vas a ir?- logró preguntar luego de tragar el café ya tibio que tenía en la boca.

-No lo sé- volvió a responder cortante.

Pucci suspiró por lo bajo ante esa actitud. Volvió a beber un poco de café y dejó la taza sobre la mesa, cruzó sus piernas y colocó ambas manos sobre la rodilla. Sus ojos lo observaron por unos instantes, tratando de descifrar que es lo que estaba pasando el día de hoy. Si bien había estado raro todo el día, este tópico lo estaba poniendo claramente nervioso y no creía que fueran los típicos nervios de una cita. Había algo más pero no estaba seguro de poder indagar en eso ahora.

Memorias recuperadas // jonadioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora