—¡Queremos ir! —pidió Darshen tironeando de la camiseta de su hermana mayor.
—¡Quiero un poco de ese pastel! —exclamó Darslen, la hermana del medio.
Ambos estaban apoyados sobre la mesada, observando con ansias ese bizcochuelo de chocolate. A Darshen a penas se le veían los ojos sobresaliendo y sus manitas aferradas al frío mármol. Darlene sonrió enternecida.
—¡Ya basta! No es para ustedes, ¿bien? Y no pueden ir —les explicó—, sólo los amigos de Dustin estarán.
—Yo soy amigo de Dustin —dijo molesto el niño de casi siete años.
—Solo se aceptan niños de catorce años, ¿sí?
—Tú tienes dieciocho, no vale —gruñó molesta Darslen—. Vamos, Darlene, sólo será unos minutos.
La hermana mayor negó con la cabeza.
—Podrán ver a Dustin cuando la fiesta termine, ¿sí? Y les prometo que les haré unas galletas de chocolate para ustedes... Ahora no estorben y coman su almuerzo.
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Ambos niños, de seis y diez años, refunfuñaron molestos y corrieron hacia sus respectivos asientos en la mesa. Visualizaron el pastel de chocolate con devoción y comenzaron a comer las verduras que su hermana les había cocinado casi con asco, mientras esperaban pacientes la llegada de su madre que los llevaría luego a la piscina del pueblo.
Dustin hoy volvía a Hawkins luego de pasar un mes en el campamento de verano de ciencias y Darlene tenía muchas ganas de verlo. Debía de estar más grande y con muchas cosas para contarle, por lo que estaba emocionada. Dustin era como su otro hermano pequeño. Lo conocía desde que era un bebé y, para ser honestos, Darlene jugaba con el pequeño Dustin en su infancia. Cuatro años no son muchos cuando ambos son niños y pueden trepar árboles con la misma agilidad.
Cuando terminó de decorar el pastel lo llevó hasta la casa de al lado. Mike, Will, Lucas, Max y Eleven se encontraban allí, preparando la sorpresa para la bienvenida. Acomodó las cosas sobre la mesa de la cocina y esperaron pacientes la llegada del muchacho. Durante esos minutos Darlene observaba las parejas que se habían formado. Max y Lucas parecían contentos de ser novios, iban a todos lados juntos y se reían demasiado, pero Mike y El estaban a otro nivel de noviazgo. No parecía que se quisieran separar, al contrario, tenían ganas de nunca alejarse del otro.
El ruido del coche aparcando en la entrada hizo que todos se escondieran en sus posiciones. Darlene, desde su lugar, pudo ver como Dustin entraba a su casa molesto y con cara apenada. Sabía que debía ser porque los muchachos no le respondían sus llamadas y se sintió culpable con ser la mente de todo el plan. El niño debía estar pasando por un mal momento.
Se encerró en su habitación sin decir nada y Darlene dio la señal. Eleven cerró los ojos y la magia comenzó. Todos los juguetes de Dustin salieron de su habitación en hilera, haciendo sonidos y largando luces. Dustin salió caminando detrás, aterrado de que se movieran solos. La mayor intentó tapar su risotada e hizo un gesto con la cabeza cuando Dustin estuvo en posición.
