Capítulo tres: "¿Celos?"

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—Bueno, tenemos buenas y malas noticias. ¿Cómo las quieres? —le preguntó Dustin a Eddie.

Los cinco habían llegado a aquel lugar donde Eddie se escondía con bolsas llenas de comida que Steve y Darlene habían ido a comprar por la mañana. Aquel pequeño momento juntos fue un poco incómodo. La muchacha sentía que habían retrocedido el tiempo atrás y volvían a ser esos muchachos desconocidos que lucían ser antes de los demo-dogs. Hablaban poco y lo necesario. Darlene charlaba sobre la universidad y Steve sobre el trabajo, pero nada parecía ser como antes. Eso los puso triste a ambos, para ser honestos. ¿Qué había pasado con ellos? ¿Acaso esos cinco meses separados había arruinado todo?

Eddie se sentó en un banco y comenzó a tragar muerto de hambre. Parecía que no había comido en días.

—Primero las malas, siempre —respondió con la boca llena.

—Bien, las malas. Accedimos a la policía con nuestro Cerebro y, sin duda, te están buscando. También están convencidos de que mataste a Chrissy —comentó el muchacho como si no fuera la gran cosa. 

Eddie lo miró con los ojos abiertos.

—Es decir, un cien por ciento convencidos —ayudó Max.

—¿La buena noticia? —preguntó esperanzado.

—No publicaron tu nombre —le dijo Robin—. Pero, si nosotros nos enteramos, otros lo harán. Y, cuando se sepa, absolutamente todo el mundo vendrá por ti.

—La cacería del rarito, ¿cierto?

—Sí —murmuró apenada Darlene.

—Mierda.

Eddie se encogió en su lugar, asustado.

—Antes de eso, debemos hallar a Vecna, matarlo y probar tu inocencia.

—¿Eso es todo, Dustin? —inquirió sarcásticamente.

—Sí, eso es todo.

—Escucha, Eddie, sé que lo que dice Dustin suena totalmente delirante —habló Darlene—, pero nosotros ya pasamos por esto. Y, aunque no estoy totalmente convencida de querer verme envuelta en esto otra vez, creo que podemos hacerlo.

—Generalmente nos ayuda una chica con poderes, pero los perdió, así que... —balbuceó Steve.

—Técnicamente, estamos en la fase... —divagó Blackwood.

—De lluvia de ideas —finalizó la pelirroja.

—Lluvia de ideas —puntualizó Steve.

—No hay de qué preocuparse —intentó calmar Dustin a Eddie.

Steve rio intentando no darle tanta importancia al asunto, queriendo estar de acuerdo en que de verdad no había nada de qué preocuparse. Su risa sonó tan falsa que Eddie miró a Darlene buscando una respuesta convincente. Ella no fue capaz de darle alguna.

 Ella no fue capaz de darle alguna

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Darlene | Steve HarringtonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora