Capítulo dos: "La maldición de Vecna"

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Estamos en los tráileres al este de Roane County. Aún no tenemos detalles, pero podemos confirmar que se encontró el cuerpo de una estudiante de Hawkins. La policía no dijo el nombre, pero sabemos que está en proceso de notificar a la familia...

—Mierda —susurró Darlene al escuchar las noticias.

—Ay, Darlene, ten mucho cuidado —pidió la mamá de Dustin—. Tú andas mucho sola y... sólo cuídate, ¿sí?

La señora Henderson había invitado a Darlene a almorzar. Quería charlar con ella sobre la universidad y su nueva vida, pero el noticiero había borrado cualquier rastro de emoción que había surgido luego de la conversación.

Muchos residentes expresan sentimientos similares: duelo, conmoción, incredulidad, ira. Todos quieren saber lo mismo: ¿Por qué suceden tantas tragedias en un lugar que era pacífico?

Dustin y Darlene se miraron de reojo.

Todos esperamos respuestas de la policía. ¿Será demasiado para el nuevo jefe de policía Powell? ¿O es el salvador que necesitamos? Estaremos aquí el resto del día, con canal nueve y los mantendremos informados de las novedades. Mientras tanto, recomendamos que traben sus puertas y ventanas. Soy Beverly Moss. Los despido...

—Mi corazón no da más —sollozó la señora Henderson acariciando a su nuevo gato—. No lo soporta.

El timbre de la casa sonó sacando a todos de la tensión. Dustin corrió a abrir la puerta. Desde la posición en la que estaba Darlene en el salón, logró visualizar una melena pelirroja. Max estaba allí.

Dustin la hizo pasar sin mediar palabra entre ellos. Hasta donde Blackwood tenía entendido, Max había perdido un poco de relación con todos los demás por su depresión a causa de la muerte de Billy, por lo que fue un poco extraño verla allí.

Max entró a paso rápido hacia el cuarto del muchacho regalándole una mirada indescifrable a Darlene. Tal vez era asombro, tal vez era felicidad, pero el rostro de Max no tenía expresiones. La señora Henderson no prestó demasiada atención por estar perdida en las noticias. Dustin miró a Darlene y le guiñó el ojo.

—¿Nos traes unos vasos de agua, Darlene? Por favor.

—Claro.

La mayor se levantó de su asiento y fue hasta la cocina. Sirvió agua para los niños y, fingiendo que no le importaba mucho de qué hacía Max allí, caminó a paso lento hacia el cuarto.

—¿Chrissy Cunningham? —escuchó Darlene nada más entrar al cuarto—. ¿Estás segura?

—Sí —respondió Max sin importarle que Blackwood escuchara la conversación. Dejó los vasos sobre el escritorio—, tenía su traje de porrista. Igual que cuando la vi con Eddie.

—¿Eddie? ¿Qué Eddie? —preguntó Darlene. 

¿Hablaban de Munson?

—¿Le dijiste a la policía? —interrogó Dustin.

—No.

—Espera, ¿de qué están hablando? —volvió a preguntar sentándose en la cama de Dustin.

—No puedo ser la única que los vio juntos —aclaró Max—. Era llamativo.

Darlene escuchaba la conversación confundida.

—¿Eddie, el bicho raro, con Chrissy, la porrista? —inquirió Dustin, incapaz de comprender algo como eso. En su mente era más posible que existieran portales y bichos interdimensionales a que Eddie Munson mantuviera una conversación con una chica popular.

Darlene | Steve HarringtonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora