💐 Ramo de Violetas - Especial 2k 💐

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Victoria podría jurar que Becky Allen y Evelyn Foley, eran las chicas más bonitas que había visto nunca.

El cabello marrón de Becky, caía como una cascada, formando tirabuzones al final de su espalda; Sus ojos castaños parecían estar llenos de una luz que a la gente le costaba ignorar; Con las mejillas, perpetuamente sonrojadas, le sonreían a lo largo del día más de lo que lo hacía nadie.

Becky llamaba la atención de todos los que la miraban; Podía hablar delante de los demás sin ningún tipo de vergüenza, y lo más impactante para Tori, es que siempre la escuchaban. Un tipo de liderazgo natural rodeaba a la niña.

Evelyn, por su parte, tenía los ojos azules y cabello rubio peinado en trenzas, mejillas pálidas y siempre con algún rasguño y alguna curita puesta en las rodillas.

La niña, siempre las observaba desde el otro lado de la mesa rodeada de aquellos niños, que tiraban barro y se escupía la comida a modo de diversión.

Una mirada penetrante que atravesaba el espacio y se clavaba en ellas.

Evelyn se había forjado la fama en pocos meses de ser agresiva, de empujar y pegar a los otros niños durante los juegos y los recreos, cosa que le causó más de un problema con la maestra y le trajo más de un día castigada.

Victoria, al contrario de ellas, que destacaban en aquel campo de violetas por algo, era una sombra sentada en una de las pequeñas sillas que formaban la circunferencia de la enorme mesa en la que se sentaban todos.

Callada y reservada.

Incluso, tenía la sensación, de que en ocasiones la gente se olvidaba de que estaba allí.

Cómo la vez que salieron de excursión, se quedó dormida en los últimos asientos del autobús y ni las monitoras, ni el conductor se dieron cuenta, acabando arrastrada hasta las cocheras.

Ese día se armó una buena.

A pesar de todo, Tori debía ser sincera, la presencia de las chicas no le molestaba como los demás.

Quizás fue por algo tan infantil como que un día Becky invitó a Evelyn a sentarse con ellas y terminaron haciéndolo durante todo primer año, o que las tres compartían la pequeña afición de colorear en cuadernos las historias que salían de la desbordante imaginación de Victoria.

En esas historias, podían ser lo que quisieran.

Becky siempre jugaba a ser la princesa en apuros, Evelyn siempre era un caballero o un astuto ladrón que la ayudaba y Victoria, bajo la negativa de sus amigas, siempre insistía en ser la bruja o en ocasiones el mismísimo dragón.

Y así, en algún punto, aquellos días en la primaria Etton, las discusiones sobre si jugar a papás o mamás, a balón prisionero o ir de aventura a algún mundo encantado, los días juntas, y las noches de pijamadas, las hicieron inseparables.

Tori, por fin, se sentía importante en algún sitio.

Tori, por fin, se sentía importante en algún sitio

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