Capítulo 13

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La revelación.

El bosque estaba plagado de trampas, la primera que encontré fue un agujero cubierto de palos y hierbas. Para decir la verdad no fue de una forma muy heroica de la manera que la descubrí. Iba andando distraída, mirando el mapa que madre dibujo en mi libro, entonces tropecé y caí lo mejor de ello que caí encima de la trampa. El libro se metió en un gran agujero perdiéndolo.  Me levanté rápidamente para recuperarlo ,pero cuando mire en su interior era más profundo de lo que creía.

No podía seguir el sendero sin ese mapa, no sabía leer la constelación sin su ayuda. Por eso era de vital importancia que lo recuperará.

Después de estar mirando el lugar por donde se había caído, intente meter mi brazo puesto que estaba hecho para animales pequeños, no me cabía. 

Frustrada, empecé agrandar el agujero con mis manos, Llevaba un rato cavando cuando conseguí alcanzar el libro, agarrándolo con la mano. Me había roto varias uñas, pero no podía hacer otra cosa.

Cuando lo recupere me di cuenta de que empezaba atardecer, tenía que ir con cuidado, el cazador que hizo las trampas no tardaría en llegar. Busque palos y hojas para tapar nuevamente el agujero. Así nadie sospecharía.

Busqué por los alrededores algo de comida, dado que estaba anocheciendo, lo más probable era que pasara la noche aquí y no era seguro. 

Recordando que el portón donde vigilaba el guardia estaba solo a unas cuantas noches, de donde me encontraba por ello seguí caminando, necesitaba encontrar un refugio por si esos hombres se internaban más en el bosque. Durante el camino encontré más trampas, aunque ahora sabía reconocerlas, con cuidado iba pisando el terreno, eso hizo que me retrasara más.

Después de unas horas, a lo lejos vi una casa de madera, no estaba segura si estaba deshabitada o si era de un guarda que vigilaba los caminos. Mire por la ventana reinaba un silencio sepulcral.

Fui hacia la puerta, esta estaba encajada, con cuidado de no hacer ruido la abrí, en su interior había una mesa con su silla y al final de la estancia había un viejo jergón. La casa olía a humedad, tenía telarañas, se encontraba en un estado deplorable. Parecía que hacía mucho tiempo que nadie vivía aquí.

Estuve rebuscando en las pocas cosas que había en la estancia, hasta que la oscuridad llego de golpe. Todo estaba oscuro y no se veía nada. Recordaba que encima de la mesa había una vela palpando desde el interior de la casa, fui hacia la mesa y la cogí.

Busque dos piedras como me había enseñado mi hermano y golpeando una contra otra se produjo una chispa, así estuve hasta que pude encender la vela. 

Con la luz que emanaba de ella pude encontrar una leña y encenderla. Con ramas y hojas que había recogido antes en el camino.

Encima de la mesa dejé el viejo libro de mi madre. Después de un largo día huyendo de esos hombres estaba exhausta. Cerré la puerta, el cerrojo que tenía estaba roto, por ello puse la mesa y la silla para que nadie pudiera entrar.  Ya era noche cerrada, no habría nadie por esos caminos, aun así tenía que tener cuidado, por ellos, siempre vagaban maleantes y no tenía fuerzas para enfrentarme a uno de ellos.

Me eché en el jergón algo intranquila, la casa no era segura, pero era lo mejor que tenía. Por ello, a pesar del miedo a que alguien pudiera entrar poco a poco fui durmiéndome. 

"Todo estaba oscuro, no conseguir ver nada, aunque sentía la presencia de una persona, estaba cerca de mí, entonces la vela que estaba encima de la mesa se encendió, mostrando la silueta de una mujer, Tenía el pelo largo y rubio. Su rostro mostraba una gran tristeza, no podía apreciar el color de sus ojos, ella me miraba fijamente".  

Agitada, desperté de un sueño muy perturbador, una mujer me estaba observando, rápidamente fui hacia la mesa palpando toda la estancia, había dejado encima de la mesa la vela encendida, que ahora estaba apagada al igual que la leña. Sentí un escalofrió por el cuerpo, cogí las piedras que había dejado al lado de la leña para volverla a encender. Cuando la luz de la vela se encendió ilumine la estancia no había nadie, solo estaba yo. 

Cogí el jergón para llevarlo más cerca de la leña y así calentarme un poco el cuerpo. Al levantarlo descubrí un tablón de madera que no era igual que los demás, estaba puesto del revés ablos demás tablones. Lo intenté levantar y en un pequeño hueco encontré un libro.
Por su portada parecía bastante antiguo y sus hojas estaban amarillentas.  Dentro de él había escrito el nombre de una mujer, Enya.  

Tierra inhóspitaWhere stories live. Discover now