Thalía pertenecía a Ceteri, era la pequeña de la familia.
Era bastante alta para su edad, poseía un pelo largo y rojo como el atardecer. Era una chica demasiado rebelde para el lugar donde les había tocado vivir como bien su padre le había dicho más de una vez.
Su vida consistía en ayudar a su padre en la cría de los pocos animales que les traían.
Tenían una pequeña granja donde se encargaba de ellos.
Los animales que recogían siempre tenían problemas. Por ello era muy difícil que salieran adelante, pero con la ayuda de su padre muchos de ellos conseguían sobrevivir y abastecerse de ellos.
Ayudaba en todo lo que podía a mi padre y hermano, pero vivir allí no era nada fácil. Desde pequeña había tenido que ver como personas cercanas a mi morían de hambre, enfermedades.
A la edad de diez años perdí a mi madre. Después de estar unos años muy enferma una de esas noches donde solo se oía su tos, me acerque a su cama y está hablando con el poco aliento que le quedaba me dijo una frase que siempre quedaría en mi memoria. "Cariño nunca dejes que nadie te quite tu rebeldía, eres especial y algún día ayudaras a que todo mejore".
Actos seguido la tos dejo de escucharse y mi madre murió.
Me gustaba sentarse en un pequeño árbol donde años atrás mi padre me había construido un columpio, allí con un cuaderno pintaba todo lo que veía, así pasaba las tardes cuando no tenía nada que hacer que eran pocas.
A lo lejos vi a mi padre corriendo hacia mí.
Thalía hemos recibió una carta de tierra mayor.
-¿Para quién es?
-Para tu hermano - dijo receloso.
Corriendo baje del columpio, nos dirigimos hacia casa, bueno no se podía llamar exactamente "casa" más bien era una choza al lado de una granja.
En el centro había una mesa de madera, que había construido yo misma.
Alrededor de la mesa estaba mi padre y mi hermano. Elías mi hermano mayor, un chico fuerte, de cabello negro y expresión seria sostenía la carta en las manos.
Vamos Elías, ábrela. - dijo mi padre
Todos sabemos lo que esta carta quiere decir. - dije cabizbaja
Tranquila. - dijo Elías
Elías abrió la carta en ella aparecía lo siguiente.
"Ciudadanos de Ceteri se os informa que todos los varones con edad de 16 años deberán acudir a las pruebas el próximo 10 de mayo. Para saber en qué territorio deberías estar y así aportar un granito de arena para la mejora de esta gran nación.
Deberéis acatar las normas y asistir a esta gran celebración.
En el caso que por alguna razón alguna familia no mande a su hijo será deshonrada y debidamente castigada por cometer deslealtad.
Sentiros honrados por ayudar a vuestro país.
Att: El comandante"
Elías hacia un mes que había cumplido 16 años desde entonces la familia había esperado la carta de la gran tierra. Sabían que si la cosa salía bien podría aspirar a tener una mejor vida, pero eso suponía no volver a ver a su hijo nunca más. En caso de que no conseguiría pasar ninguna prueba volvería a casa o en el peor de los casos nunca más volverían a saber nada de él.
El día llego, la carta encima de la mesa era como un recuerdo constante de que sus vidas iban a cambiar de un momento a otro.
Desde que la llegada de la carta estaba más callada de lo normal, ausente del mundo exterior.
Papa, me voy al mercado. -dije sin esperar respuesta.
La vida tenía que seguir su curso, aunque supiera que dentro de dos meses mi hermano se iría para no volver más si le acompañaba la suerte.
Todos los martes en la plaza central tenía lugar un mercado, donde se exponían en diferentes estantes, distintos materiales. La mayoría eran de comida, había otros de ropa, zapatos. Todos los aldeanos hacían filas para recoger la parte proporcional que le pertenecía por familia.
La plaza estaba abarrotada, todos presentaban el mismo aspecto, caras consumidas, cuerpos demasiados delgados, ojeras, se podía oler la desesperación que presentaban.
-Que pase el siguiente. -dijo un hombre bajito.
Di un paso al frente, en mi mirada se podía entrever lo desesperada que estaba, la última vez no había recibido mucha comida y estaba famélica.
Entregue la cartilla de racionamiento donde indicaba la parte que le correspondía a mi familia
-Este mes estamos de suerte, el comandante nos ha dejado raciones extras para todas las familias. - dijo el hombre
-Si se puede considerar suerte que nos dejen sus sobras, sí estamos de suerte-dije en un susurro.
-Chiquilla no deberías decir esas cosas- dijo mirando hacia los lados nervioso.
-Dame lo que me corresponde, tengo prisa.
El hombre se acerco hacía mi y en voz baja me dijo
-Toma, pero ten cuidado el comandante se entera de todo. -Había desesperación en su voz.
Con paso decidió recogí lo que me pertenecía y fui a hacia los demás puestos en los que había ropa, zapatos, comida.
Cuando tenía todo, fui hacia casa con un gran saco sobre los hombros. La casa estaba vacía.
Coloque todas las cosas en las habitaciones y en la despensa. Una vez acabe fui hacia el bosque para recoger leña para el hogar.
Estaba entretenida en los quehaceres cuando una luz brillante me sorprendió; Con mucha curiosidad fui a buscar aquello que brillaba tanto, persiguiéndolo por todo el bosque hasta que dejo de brillar, seguí buscándolo, pero no lo encontraba ya era tarde para seguir sola en el bosque con resignación me dirigí a casa.
En cuanto abrí la puerta de la casa todos me miraban expectantes.
-Se puede saber dónde te has metido, nos tenías a todos muy preocupados- dijo mi padre muy enfadado
-Papa lo siento, no me di cuenta de la hora que era estaba recogiendo leña. -dije mostrándole el montón de ramas.
Elías con una mirada seria dijo.
-No es prudente que vayas sola tan tarde.
Me limite a agachar la cabeza y dejar todo enfrente de la chimenea.
Como todas las noches los tres nos sentábamos en la mesa, en ella había diferentes alimentos, algunos no tenían muy buen aspecto, pero era lo que poseíamos.
Un pan duro está colocado en el centro de la mesa en un tiesto hecho de ramas que había fabricado Elías. Una jarra de agua, y en un plato fruta ya pasada.
Dando vueltas a la sopa, no dejaba de pensar en esa carta.
¿Qué te pasa Thalía? -me dijo mi ojo derecho
Nada, no tengo mucha hambre-dije mirándolo fijamente.
Dicho esto, me retire a dormir hacia el lado de mi estancia, en el suelo había un catre, una pequeña estantería con un libro roto y una tela a modo de cortina para dar algo de intimidad al lugar.
La pequeña choza solo contaba con una habitación , en el centro de esta se encontraba una mesa de madera, en las esquinas de la habitación había tres cortinas cada una hacían el lugar de las habitaciones en ellas un pequeño catre ocupaba el lugar al completo. Al fondo una pequeña cocina o algo parecido, solo teníamos dos fogones y unas cuantas hoyas para poder guisar. El baño estaba fuera poco más que cubos para ir al baño y ducharse. Junto a la casa una pequeña granja con una vaca mal herida y dos ovejas era todo lo que teníamos.
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Tierra inhóspita
FantasiAqua esta compuesto por cinco reinos en uno de ellos, el más inhóspito nació una chica demasiado rebelde para el sitio donde le ha tocado vivir. Thalía es una mujer fuerte y luchadora, eso no le gusta a sus vecinos, las mujeres tienen que ser calla...