Herido

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Me senté rápidamente, sentí dolor pero lo ignore ya que mi concentración estaba puesta en encontrar mis vendas.
Aunque mi cabeza me daba vueltas intente levantarme y buscar debajo de la cama de la enfermería. No había nada, me las habían arrebatado.
Un miedo indescriptible recorrió mi espina, el miedo se disperso por toda la red nerviosa de mi cuerpo haciéndome sentir dolor.

El miedo me estaba lastimando.

Ya que alguien había encontrado mi pecho vendado, ese alguien me quito mis vendas y encontró lo que estuve intentando ocultar.
Me sentía aterrado, mi corazón latía a mil por hora y sin dudas podría volverme a desmayar, como si quería volver a estar vulnerable me senté nuevamente en la cama de la enfermería, intentando concentrarme en mi respiración agitada.

Deseaba tanto dejar de pensar, pero no podía evitar imaginarme distintos escenarios donde me desmayaba en el campo, el profesor se acercara a mi y levantara mi camiseta para encontrar mis vendas frente a toda la clase. ¿Y si retiró mis vendas en ese preciso momento para que yo pueda respirar? ¿La clase entera vio mis pechos? Puse mi manos en la cara, sollozando por pensamientos fugaces que invadían mi mente.

Creí estar solo pero me sobresalté y empece a secar rápido mis lágrimas ya que escuché la puerta de la enfermería abrirse.

—Matsuno? Oh ya estas despierto.— la enfermera se asomo por las cortinas que dividían mi cama con las demás.

Me recompuse rápidamente, sentándome al borde de la cama, intentando evitar todo contacto visual con la enfermera.
Sentía miedo y vergüenza, no era fácil de ignorar todo esto y eso me volvía loco. El sonido de un bolígrafo escribiendo sobre un cuaderno capturo mi atención, no era difícil de pensar que escribía sobre mi cuerpo que fue revelado.

—¿Puedo volver a clases?— intente no llorar, a pesar de lo roto que me sentía, solo podía concentrarme en mirar mis pies y pensar a donde habran dejado mis zapatos cuando me trajeron aquí.

—Me comunique con tu madre sobre tu recaída, acordamos que te quedaras en la enfermería el resto del día hasta que tus hermanos finalicen las clases y te acompañen a casa. Por el momento te pido que tomes reposo, hay un analgésico y un vaso de agua en tu mesa, tomalos y descansa, aun faltan dos horas para la salida.— la enfermera parecía que ya había dicho lo suficiente y se disponía a dejarme descansar pero no podía evitar sentir una angustia terrible.

—las vendas... ¿Donde están?— No pude evitar decirlo mientras apretaba con fuerza mis piernas.

—Las tuve que retirar, ese vendado obstruia tu respiración, tu presión sanguínea bajo por falta de oxígeno ¿comprendes? Ya las tire a la basura. — dijo firme y secamente, para este punto no pude evitar llorar. Creí que eso sería lo último que me diría pero continuo —Tus hermanos te trajeron aquí inmediatamente, les pedí que salieran de la enfermería cuando vi las vendas, nadie vio nada.— sus palabras esta vez fueron más tranquilas.

Levante la mirada, aún no quería hacer contacto visual pero sabía que ella me miraba, asentí con la cabeza aguantando mis lágrimas y diciendo lo único que podía salir de mi boca en esos momentos en los que mi voz se perdía.

—Gracias—

La enfermera dio una pausa y se despidió.

—Descansa, Matsuno-Kun—

Cáscara De Nuez En El Mar Donde viven las historias. Descúbrelo ahora