Dolor

11 4 0
                                    

Paso un año y mis hermanos tuvieron un estirón, volvíamos a tener la misma altura, ya no veía razón para encorvarme. Pero mi dolor en el pecho solo significaba una cosa, mis pechos empezaron a crecer. No eran tan grandes, pero sobresalían si ponía mi espalda recta, asi que no podía evitar encorvarme.

Fue muy triste tener que dejar de ir a los baños públicos con mis hermanos, eran muy notables mis pechos pero aún así me resultaba imposible empezar a ir a los baños de mujeres.
Solo podía ducharme en la pequeña regadera que esta en el baño de casa, pero realmente extrañaba los baños cálidos.

Esa tristeza que me ocasionaba mi cuerpo se estaba convirtiendo en dolor.

Podía ver a mamá mirarme con preocupación, al verla inmediatamente mi mente me llevaba a esa noche donde lloro frente a mi. Ahora entendía mejor todo, no quiero que se arrepienta de esta decisión.
No podía imaginarme a mi mismo criado como una niña, era algo imposible de pensar. Me crié con otros cinco niños, no podía estar separado de ellos, siempre fuimos los seis.

Separarme de ellos era algo doloroso.

Con el tiempo la voz de mis hermanos empezó a cambiar, en especial la voz de Karamatsu, era ridículamente mas profunda que la de los demas, pero era divertido cuando su voz se rompía al hablar.
La voz de todos era diferente excepto la mía, aún sonaba como un niño pequeño, o más bien tenía voz de niña.
Me volví de pocas palabras, realmente hablar me parecía incensario.

Una mañana sentí un dolor de estómago que me hizo retorcer en mi cama, mis hermanos se terminaron de alistar para ir a la escuela mientras yo seguía en cama. Intentaba pensar en el pescado que comí anoche en la cena pero mis hermanos no se vieron afectados con el mismo dolor que estaba padeciendo en esos momentos.

Mis hermanos bajaron a desayunar, como yo no fui, pude escuchar los pasos de mamá subiendo las escaleras para ver como estaba.
Me encontró aún en el futon, en posición fetal aprendo fuerte mis ojos.

—Ichimatsu, tienes que bajar a desayunar— escuché la voz de mamá acercarse a mi  —¿Te duele algo cariño?—
Senti la palma de su mano tocar mi frente, era fría.

Mamá levanto la manta que me cubría y al instante escuche un jadeo, soltando la manta al instante.

—Espérame un segundo cariño, ahora regreso— Mamá se apresuró a salir de la habitación, yo abrí mis ojos y miré mis piernas.

Salía sangre.
Me moví un poco para ver el estado del futon, estaba manchado con sangre.
Si no fuera por el dolor que estaba sintiendo en ese momento lo más probable es que saliera corriendo al ver la sangre, pero me quede ahí, dejando que el olor a sangre me rodeará, sintiéndome sucio, sintiéndome como basura. 

Era doloroso.

Mamá entró a la habitación con una bolsa y una pastilla.

—Ten, para tus dolores— Tome la pastilla y la tragué con dificultad, me hubiera gustado tener un vaso de agua.
—Ve a darte una ducha, cuando salgas pon una de estas toallas en tu ropa interior— Mire la bolsa que me ofrecía mamá con tristeza.—Ve ahora cariño, mientras tanto llevare el futon a lavar— Estaba por levantarme cuando vi en la entrada de la puerta a Karamatsu, no podía moverme, el estaba tan sorprendido como yo al verlo.

—¿Eso... es sangre?— Dijo con miedo Karamatsu, mamá se volteo inmediatamente.

–¿Tu no deberías estar ya en la escuela? Ve con tus hermanos, Ichimatsu no se siente bien hoy.— Mamá le cerró la puerta a Karamatsu, pude escuchar luego de unos segundos sus pasos alejándose.

—Deben saber que esta pasando, lo vimos en clases— Mamá me miró con un poco de melancolía—Yo también sabía que este día llegaría, aunque no creí que justo ahora.— Mire la bolsa que me ofreció mamá, unas pocas lágrimas cayeron de mis ojos.

—Se que es difícil cariño, pero pronto te acostumbraras...—Tuve que interrumpirla.

—¡No quiero acostumbrarme! ¡No quiero que esto me pase! Quiero que las cosas vuelvan a ser como antes, quiero volver a ser un niño.— Finalmente me levante del suelo, sosteniendo la bolsa firme. —Volver a ser los seis—

Me dirigí al baño sin decir nada más, sentí todo ese día eterno, mi sorpresa fue que todo este dolor me acompaño durante una semana, una larga semana que me esperaba todos los meses.

Cáscara De Nuez En El Mar Donde viven las historias. Descúbrelo ahora