If I Had Never Left You [Volkacio]

Capítulo 1: Si nunca te hubiera dejado

Playlist: Say something // A Great Big World, Christina Aguilera

Una mueca triste e incluso podría decirse que desagradable, toma protagonismo en su rostro al observarse en el espejo. Su propio reflejo le muestra las heridas que perdurarán para siempre en su cuerpo como cicatrices de guerra. Sobrevivió, se recuerda. Después de todo, está vivo pero, para qué. Todos los días se hace esa misma pregunta, no le queda nada ni nadie. Se han ido, le han dejado solo, y una parte de él piensa que se lo merece. Cada vez que analiza la situación fríamente saca la misma conclusión: todo ha sido por su culpa. Si no hubiera dudado en ningún momento, si no hubiera antepuesto sus sentimientos... tal vez nada de aquello hubiera ocurrido. Gustabo no estaría en el psiquiátrico, Conway y Michelle no se hubieran fugado, al igual que Freddy, y Volkov... Quizá Volkov aún seguiría con vida.

No, está vivo; se dice, solamente está en coma.

Pero lleva demasiados meses, Horacio, los doctores han dicho que es probable que nunca despierte.

Así son los días actualmente, una batalla entre su cerebro y su corazón constante. Respira hondo mientras que sus manos ejercen fuerza en el lavamanos del baño. Suelta el aire contenido y se mira en el espejo, de nuevo, tras haber perdido la mirada en la nada ido en su conflicto interno. Unas pequeñas lágrimas rebeldes surcan por sus pómulos, siguiendo el recorrido que les impone la gravedad. Las limpia rápidamente con la mano, está en un baño público y necesita mantener la compostura.

Despierta de su ensoñación y continúa con la labor por la que ha ido a aquel lugar. Abre el neceser que dejó en el lavabo con anterioridad y saca un bote de crema recetada por su médico y un par de nuevas gasas y vendas. Se acababa de quitar las antiguas cuando su subconsciente desconectó. Se aplica la pomada en las quemaduras, parte superior de su brazo derecho, cuello y mejilla derecha. Supuestamente ya terminó el tratamiento hace un par de semanas, lo que significaba que sus heridas ya estaban completamente cicatrizadas y sin riesgo de infección, es decir, dentro de lo que cabe tener una gran cicatriz en la zona derecha de su cuerpo, ya estaba curado. Sin embargo, su obsesión por hacer que aquellas marcas desaparecieran, aún continuaba untándose la crema cicatrizante. Las ocultaba con las gasas y las vendas. No quería que nadie las viera, las miradas ajenas de la gente preguntándose y haciendo teorías en sus cabezas sobre lo ocurrido, le ponían extremadamente incómodo. Además, él tampoco deseaba verlas pues no son más que un símbolo de su culpa y de los errores cometidos. Desecha las antiguas vendas en una papelera del aseo y vuelve a mirarse al espejo. Demacrado, es el primer adjetivo que se le ocurre y que describe perfectamente su aspecto. Ojos teñidos de rojo por las lágrimas silenciosas diarias y acompañados de un morado próximo a negro de las ojeras; labios partidos de tanto morderlos... Cierra los ojos, no puede seguir mirando. Nunca ha sido una persona que rechazara su físico, pero desde el accidente solamente le produce repulsión. Guarda todo de nuevo en la pequeña mochila y sale del aseo.

Una camilla casi choca con él al salir y se estremece en el sitio del susto, pegándose en la pared no solamente para evitar que lo atropelle, sino también para dejarle paso. Está en el hospital, el cual se ha convertido prácticamente en su hogar pues ha pasado la mayor parte del tiempo allí en todos esos meses, ya haya sido como paciente o visita. Actualmente se presenta como lo último. Desayuna y cena en la cafetería del hospital y solamente sale al exterior para acudir al trabajo y comer por ahí. La mayoría de enfermeros y enfermeras ya lo conocen, al igual que los trabajadores de la cafetería.

Se disculpa amablemente con la enfermera y recorre el pasillo en dirección de la misma habitación de siempre. Recuerda cómo los primeros días no hacía más que perderse en busca de la dichosa habitación y que, cuando ya estaba postrado frente a esta, el pánico tomaba control de su cuerpo y se echaba atrás. Tardó semanas en traspasar esa puerta por primera vez y ahora conoce el camino como la palma de su mano siendo perfectamente capaz de llegar inclusive con los ojos cerrados.