If I Had Never Left You [Volkacio]

Capítulo 8: Oxidadísmo

Playlist: Moonlight // Ariana Grande

Recorre su espalda con la mirada. La tensión de los músculos es visible incluso con la ropa que los cubre. La espalda y los hombros erguidos equilibran el arma que tiene entre las manos... Una vista preciosa. Horacio llena sus pulmones de oxígeno.

El cargador de la pistola es vaciado aunque el ruido de los disparos ha sido amortiguado gracias a los cascos que cubren sus orejas. Horacio se aparta de la pared y observa la diana con forma de persona que se aproxima hacia ellos.

-Estás oxidado, eh -dice Horacio a modo de broma cuando ve los dos tiros que Volkov ha fallado.

-¿Cómo que oxidado? -Volkov deja la pistola en la tabla de madera y se retira las protecciones auditivas.

-Pues eso, has fallado un par -señala-. Oxidadísimo.

-Pero vamos a ver, hombre. -Volkov observa los resultados. Horacio tiene razón, no cabe duda, se le han desviado dos disparos-. Que para haber estado en coma no está tan mal.

Horacio traga saliva. Si por su culpa Volkov ha perdido parte de su destreza con las armas... Le había traído para darle una vuelta por las instalaciones del FBI y, al final, acabaron en la galería de tiro con el objetivo de poner a prueba sus habilidades con el arma. Ninguno de los dos está en el apogeo de lo que una vez fueron, Horacio lleva un año sin coger una pistola al igual que Volkov, pero a él se le suma el estado de coma y la pérdida de movilidad posterior. Es decir, ambos necesitan entrenamiento por igual pero eso no quita que a Horacio le guste meterse con él.

-No, si yo no digo que esté mal. Solo que estás oxidado -repite Horacio. Volkov voltea a encararlo y enarca una ceja.

-Oxidado... -Horacio asiente con la cabeza con efusividad.

-¿Quieres que nos demos de tiros? -pregunta el moreno-. En plan, tú y yo.

Volkov se lo piensa, un poco de práctica con objetivos reales y en movimiento no le viene nada mal. No tarda mucho en aceptar la propuesta.

-Vale -dice-, pero habrá que ir a por munición de goma primero.

-Eh... Sí, eso mismo había pensado yo -ríe Horacio mientras sale de la galería seguido por Volkov. Sube su nueva máscara de calavera hasta la nariz y se ajusta la gorra del FBI.

-No tendrías pensado pegarme un tiro, ¿no?

Suben por las escaleras que los sacan del sótano y continúan su trayecto adentrándose por los diversos pasillos y sorteando algún que otro agente federal, compañeros de Horacio que ni siquiera él mismo conoce.

-No, no, no -niega-. Qué va.

Volkov, que ya conoce las bromas y el humor de Horacio, sonríe por debajo de su máscara negra.

-Vale. Pensaba.

Una vez con la munición adecuada en mano, vuelven sobre sus pasos, salvo que esta vez se dirigen hacia el exterior de las instalaciones.

-¿Sabes? Deberías de dejar de pensar tanto y dejarte llevar.

Horacio suelta la indirecta como quien no quiere la cosa. Es una indirecta algo ambigua, pues puede referirse a un montón de cosas que envuelven su situación con Volkov. Sea cual fuere el objetivo de la misma, Volkov la capta como su propuesta para entrar al FBI y trabajar con Horacio codo con codo.

Estos días lo ha estado pensando y, lo único que lo ata a la LSPD realmente es su amistad con Greco pero, además, el castaño se marcha esa misma noche de la ciudad lo que, en resumen, no le queda nada allí. Sin embargo, en el FBI sí que le queda algo, y ese algo (o más bien, alguien) es Horacio.