Clean

77 8 3
                                    

|Ten months sober, I must admit
Just because you're clean don't mean you don't miss it
Ten months older, I won't give in
Now that I'm clean, I'm never gonna risk it|



Las noches le parecían tan largas. Uno creería que después de patrullar la ciudad, emborracharse y matar gente, debería caer muerto al dormir.

Se movía de un lado para otro tratando de encontrar una posición adecuada para descansar; trataba de callar su mente, pero esta simplemente no guardaba silencio. Cerraba los ojos y miles de imágenes venían a su encuentro, todas tan aleatorias y sin sentido entre sí mismas.

Esa noche se encontraba particularmente agotado. Demasiado. Y no, no quería recurrir a aquello que era lo único capaz de hacerlo dormir.

Todo había comenzado mal.

Una nueva misión en un jodido pueblo desconocido y alejado de Evergreen. Una casa nueva. Una habitación nueva. Tantos cambios en tan poco tiempo, ¿Cómo se supone que debería salir a hacer "actividades de Vigilante" en un lugar nuevo?, establecer una nueva rutina era cansado. Demasiado.

Después vino el desastre de aquella casona abandonada a dos kilometro a pie de carretera; primero Harcourt regañándolo para que no matara a nadie, "porque no es correcto"; después aquellos sujetos que mataron a todos sin dejar nada para él y lo peor de todo fue aquella chica: había algo en su mirada que lo perturbó demasiado, algo se sentía tan familiar y tan extraño al mismo tiempo. Y de la nada vino el golpe de testículos.

Y si esa mierda no era suficiente, después de una velada tranquila que de alguna manera lo había relajado y hecho mejorar su humor, se fue directo al demonio cuando Emilia creyó que era buena idea compartir su gusto secreto por Taylor Swift. La verdad es que aquello había sido toda una sorpresa y más viniendo de alguien que no muestra sus emociones. En especial de la "rubia malvada" como la llama Eagly.

Todo eso hizo que la recordara. Corrió lejos se ellos. Necesitaba con urgencia huir lejos de todo, dejó que sus piernas lo guiarán, corrió por largo tiempo hasta que ya no pudo más y notó que llegó a la playa. Uso lo último de su fuerza para llegar a la orilla del mar, se quitó los zapatos y los arrojó lejos de él, se sentó y vio hacia la nada. La bruma del alcohol aún estaba en su organismo y el estúpido impulso de llamarla llegó a su cerebro.

Vio la foto de ella dormida sobre el escritorio rodeada de los papeles que guardaba celosamente en su nueva habitación. Deseó escuchar su voz. Deseó con todas sus fuerzas volver a verla, aunque fuera por un solo momento. Las lágrimas corrieron por su rostro y ahí estuvo sentado hasta que la luz del sol comenzó a bañar débilmente todo a su alrededor.

-Ey, viejo, ¿Estás llorando?

-Oh, Chris -se limpió la mejilla -no, estoy haciendo ejercicios para ejercitar los músculos del rostro.

-Eso no funciona si se lo dices a quien lo invento.

-Oh. Creí que sí. En ese caso, sí estoy llorando -dijo calmado, viéndolo desde abajo.

-¿Por qué? -se sentó a su lado sin dejar de verlo al rostro.

-La extraño.

-Viejo, deberías buscarla.

-Tengo miedo.

-¿Qué es lo peor que pudiera pasar?, ¿Qué se haya vuelto fea? -dijo Chris tratando de animarlo.

-Dudo que se haga fea, ¿Cómo te haces feo?

-No lo sé. Solo despiertas y eres feo.

-Oh, bueno, no creo. Haaam... si fuera fea, creo que seguiría amándola -dijo recostándose sobre la arena.

SempiternalDonde viven las historias. Descúbrelo ahora