Sempiternal

Freak like me

|We’re underground but we will not surrender,
We’re gonna give them something to remember, yeah,
So write your name in gasoline,
And set that shit on fire

If you’re a freak like me,
Wave your flag!|

Desayunaba tranquilo leyendo todo lo que Harcourt les había enviado el viernes pasado. Había demasiada información, la cual era tan clara y tenía demasiado sentido (aunque no tenía ni idea de que significaban algunos de los datos, en espacial los financieros y los legales).

Tomó lento del batido de vainilla que acompañaba con huevos benedictinos, mientras que unos panqueques con frutos rojos lo esperaban al frente. Su teléfono comenzó a vibrar, lo tomó lento dejando la tablet sobre la mesa. Deslizó para responder:

—Hola, Adrián. ¿Interrumpo?

—Hola, Ads. No, dispara.

—¿Puum?... —soltó con voz aguda —. Como sea, Harcourt me pidió que me encargará de  unas cosas para la "Cena de Beneficencia. Tu misión es ir conmigo".

—¡Vale!, Solo traigo una Walther, iré rápido por mi equipo.

—¡No, no, no! ¡Vamos a ir al centro comercial!

—¡Aaaaarggghhh! —gruñó.

—Lo sé.

—¿Vendrá Mia?

—Lo siento. Harcourt la mando a otro lugar con Peacemaker.

—Yo quiero estar en su equipo.

—Eso duele, Adrian —respondió con falsa   desilusión —. No creo que sea opcional.

—Aunque también es increíble hacer equipo contigo; sonó terrible, lo siento —agregó rápidamente al notar el cambio en la voz de Leota, aunque no estaba seguro de lo que significa —. Paso por ti en 10 minutos.

Cortó la llamada, pidió la cuenta la cual le trajo la mesera que no había dejado de sonreírle en todo momento. Al entregarle el ticket , ella deslizó un papel sobre su palma. Adrian lo vio confundido para guardarlo en su bolsillo sin prestarle mucha atención. 

Al pasar por Leota, saludó a Keeya, Emerson y a los demás chicos. Ads se despidió con un beso tierno y un "te amo" dicho contra los labios de Keeya.

Adrian la espero mientras las veía analítico. Fueron hasta el coche donde le abrió la puerta.

—Adrian, no es necesario que me abras la puerta.

—Lo siento, costumbre. De niño, mamá siempre decía que debía hacerlo.

—Ya veo —entró al coche y se pasó el cinturón —. ¿Cómo era tu mamá?

—Era increíble. Siempre nos apoyaba en todo lo que quisiéramos hacer, ella no tenía problema con que jugará Dragones y Calabozos o con toda esa mierda que me gustaba desde niño. De hecho preparaba bocadillos deliciosos para los sabados en la noche cuando mis amigos iban a jugar...

—Eso suena increíble, ¿Puedo preguntar cómo murió?

—Claro —volteo a verla con una sonrisa —fue torturada hasta la muerte.

Adebayo abrió grande los ojos, a veces olvidaba esa perturbadora peculiaridad de Adrian. Se aclaró la garganta y susurró un lo siento. Pronto se concentró en la música que sonaba de fondo, se trataba de un vals tranquilo que llenaba el silencio que se instauró después de aquel desafortunado comentario.