Eres para mí

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Eres para mí






Al momento de despertar, Harry se estiró largamente, sus labios no podían dejar de sonreír, y más aún cuando se giró y vio que Snape continuaba durmiendo pero se le veía una expresión feliz.


Tuvo deseos de despertarlo con otro beso y volver a experimentar lo ocurrido durante la madrugada, pero al final se obligó a no hacerlo, estaba ahí para que Snape descansara y se recuperara de la maldición, así que decidió dejarlo dormir un poco más.


Bajó de la cama y tomó un cambio de ropa para ir a bañarse, aunque para ser sinceros, le gustaba oler aún al aroma del semen de Snape en sus ropas.


Iba hacia el baño cuando vio el Sombrero Seleccionador descansando en la mesa donde lo mantenían, no pudo resistirse y fue hacia él volviendo a colocárselo sobre la cabeza.


— Ah, un gusto volver a saludarlo, Harry Potter... —le saludó el sombrero enseguida—... pero aún no se ha cumplido una semana.

— Lo sé, pero dijiste que podríamos irnos en cuanto yo quisiera ¿cierto?

— Como que los hombres lobo temen a la luna.

— Entonces pregúntame si quiero irme.


El sombrero calló un momento, parecía lamentarse de tener que realizar esa pregunta, pero era su deber y siempre cumplía con ello.


— ¿Harry Potter, desea activar ahora mismo el traslador y viajar de vuelta a casa?

— ¡No! —exclamó con una radiante sonrisa—. ¡No quiero irme, estoy feliz, amigo! ¡Muy feliz!


Harry volvió a dejar el sombrero sobre la mesa y corrió al baño girando sobre sí mismo, se sentía envuelto en la más absoluta felicidad.


"Es increíble tanta alegría" Pensó mientras se apuraba a bañarse, quería tener tiempo para ir a preparar él mismo el desayuno para Snape "No imaginé que el sexo fuera tan maravilloso... ¡de lo que me había perdido!" Rió con ligereza dejando que el agua le quitara la espuma del jabón. "Y pensar que aún hay más cosas por sentir, y por Merlín que las sentiré con Snape"


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Más tarde, cuando preparaba el desayuno, Harry miró su reflejo en el cristal de la estantería.


— Sonrío demasiado. —se dijo avergonzado.


Intentó dejar de hacerlo, no creía una buena idea que Snape se encontrara con un chico bobalicón en su lugar, pero le era muy difícil conseguirlo. Miró hacia donde el Profesor dormía y notó que empezaba a despertar, tomó aire profundamente y regresó a sus labores dándole espacio y privacidad para levantarse.


Le escuchó bajar la escalinata y entrar al baño sin dirigirle la palabra en ningún momento. Eso sí consiguió borrarle su sonrisa.


Unos minutos más tarde, escuchó los suaves pasos de su Profesor acercarse hacia él. Se mantuvo de espaldas hacia la mesa y empezó a servir el desayuno en silencio, se sentía muy nervioso, las manos le temblaban como nunca en la vida.


— ¿Y Dobby? —preguntó Snape después de sentarse a la mesa.

— No le llamé. —respondió con la mayor tranquilidad que pudo, tomó los dos platos servidos y se giró para colocarlos sobre la mesa evitando en todo momento cruzar mirada con Snape.


El ojinegro ya no dijo nada, tomó un tenedor y empezó a remover las salchichas fritas en su plato, él también mantuvo su mirada baja.


Harry no podía creer que estuviera pasando eso, se imaginó que su relación con Snape mejoraría pero todo estaba peor que nunca y no podía permitirlo. Se olvidó de su comida y miró hacia el Profesor.


— Oye, sobre lo de anoche...


Snape hizo un gesto de dolor que desconcertó a Harry. El joven Gryffindor se sintió herido por esa reacción pero no se permitió demostrarlo, lo sucedido había sido demasiado importante para él y no quería que todo terminara mal, la alegría que tuvo esa mañana era algo inédito en su vida, y necesitaba volver a experimentarla.


— Hubiera preferido que todo fuese producto de un inoportuno sueño. —se lamentó Snape gravemente.

— ¿Pero por qué?... a mí me gustó.

— ¿Potter, no te das cuenta de lo impropio de esta situación? —le interrumpió ignorando su propio vuelco en el corazón por las palabras de Harry—. Este viaje ni siquiera debió haber ocurrido, eres mi alumno, no es correcto traspasar límites.

— Es demasiado tarde para hablar de eso ¿no crees?

— Tal vez, pero no lo es para evitar repetirlo.

— Yo no solamente quiero repetirlo, quiero algo más.

— No sabes lo que dices. —musitó con amargura.

— Snape, ya no soy un niño y no estamos ahora mismo en el colegio, no eres mi Profesor aquí así que no hay reglamentos.


Severus miró a Harry, se sentía miserable por creerse abusando de su inocencia. No podía dejar de pensar que si Harry tuviese a sus padres, ellos jamás habrían permitido que su hijo viajara solo con uno de sus Profesores a encerrarse en una cabaña por toda una semana, mucho menos aún si ese Profesor tenía sentimientos indebidos.


Harry notó su tristeza y se sintió conmovido por ello, no recordaba haber visto a su Profesor tan humanamente vulnerable. Acercó su silla un poco más y cariñosamente peinó sus largos cabellos oscuros. Fue entonces que se percató de algo más, quizá había estado demasiado nervioso para notar la diferencia, pero el pelo de Snape lucía más saludable, sus ojos ya no estaban tan inyectados de sangre y sus moretones eran menos evidentes.


— ¿Te has mirado en el espejo hoy?

— Procuro no hacerlo, mucho menos ahora que no puedo usar magia para encubrirme.


Harry sacó su varita y convocó uno de los espejos del baño colocándolo frente al rostro de Severus. Las cejas del ojinegro se arquearon al notar la mejoría que tenía en su aspecto, pero aun así, se sentía horrible, continuaba demacrado, sus ojeras seguían ahí, dándole una apariencia de enfermo. Se sintió asqueado de sí mismo.


— Estás mejorando. —jadeó Harry maravillado.

— No tiene importancia.

— Para mí sí, y mucha.


El ojiverde se inclinó y con suavidad depositó un beso en los labios de Snape. Éste cerró sus ojos, estaba más allá de su voluntad el poder rechazarlo, simplemente no podía, cada contacto con Harry le brindaba un intenso alivio a su dolor, tanto, que a veces ni siquiera lo recordaba.


— Ojalá terminara pronto esta semana. —confesó mirando directo a los ojos verdes que tanto le gustaban.

— ¿Tan mal beso?

— Potter, es la pregunta más absurda que has hecho en toda tu vida.


Harry volvió a sonreír sintiendo que la alegría regresaba, aunque Snape continuara indeciso, no le rechazaba, y él se encargaría de despejarle las dudas, y cuanto antes mejor. No contaba con demasiado tiempo.


Besos que callanDonde viven las historias. Descúbrelo ahora