Juntos

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Juntos






Cuando abrieron la puerta, Harry y Severus se apartaron sorprendidos, ahí estaba Dobby preparándoles la cena. Rápidamente el ojiverde se cubrió con el cuerpo del Profesor, todo el camino estuvieron besándose y jugando con toda la intención de que, en cuanto llegaran a la cabaña irían directamente a la cama... por eso Harry aún no se había vestido.


Para Snape fue un gesto tierno que Harry se cohibiera por la presencia del elfo cuando ante él se mostraba sin ningún pudor.


— ¿Qué haces aquí, Dobby?

— Preparo la cena, Señor. —respondió a la pregunta del Profesor—. No puedo permitir que me dejen sin trabajo, Amo.

— ¿Y te falta mucho?

— No, Amo, Dobby se apresurará y está feliz de verlo hambriento.


Dobby siguió concentrado en sus deberes, inmensamente feliz de poder servir a sus amos. Severus supo que iba a tener que armarse de paciencia y esperar a que el elfo se marchara para poder seguir con sus planes con Harry.


— Lo lamento. —le susurró sonriente—. Será mejor que te duches y te pongas algo para cenar.

— Presiento que sí. En fin, Dobby siempre ha sido algo inoportuno.

— Te lo compensaré, es una promesa.


Harry sonrió encantado con la idea, y besó brevemente a Severus antes de encerrarse en el baño para alistarse para la cena.


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Ron intentó que su sorpresa no se le reflejara cuando levantó la mirada y vio a Draco sentándose en la misma mesa que él. El rubio le sonreía descaradamente.


— ¿Qué haces aquí? —preguntó preocupado de que alguien pudiese verlos juntos.

— Quería verte y hablar contigo.

— Ya te dije que es mejor que no volvamos a encontrarnos, eso se terminó, Malfoy.

— Empiezas a aburrirme, Weasley. Mejor sígueme y no preguntes.

— ¿A dónde?

— Dije que no preguntaras, apresúrate.


Ron vio como Draco se ponía de pie y salía de la biblioteca sin esperarle. Sabía que podría ignorarlo y quedarse ahí, pero por alguna extraña razón tomó sus libros metiéndolos rápidamente a su mochila y corrió tras el rubio.


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La cena había terminado para Harry y Sev, lograron comer lo que Dobby había preparado aunque no tenían nada de hambre, lo único en que podían pensar era en conseguir que el elfo se marchara, pero éste seguía ahí, observándolos fascinado por el supuesto bien recibimiento a su comida.


— Luce mucho mejor, Amo Snape. —comentó feliz—. Este viaje ha sido una de las mejores ideas del Amo Director.

— Tienes razón, Dobby ¿pero no crees que ya es demasiado tarde? Ha sido un día largo y Potter y yo queremos dormir.

— No se preocupen por eso, ustedes pueden ir a la cama que yo velaré su sueño toda la noche.


Harry y Severus intercambiaron una mirada preocupada, temían no poder deshacerse del elfo en toda la noche. La sola idea aterraba al ojiverde, no quería posponer más el poder cumplir su deseo, su entrepierna palpitaba anhelando sentir las manos... o la boca de Snape sobre ella.


— Escucha, Dobby, quiero que te vayas. —dijo de repente. Severus le miró sorprendido pero no tanto como el elfo.

— ¿Dobby hizo algo malo, Amo?

— ¡No! —negó Harry apresurado antes de que el elfo empezara a golpearse contra las paredes—. Lo que quiero decir es que Snape y yo preferimos que te vayas a descansar y nosotros te llamaremos cuando te necesitemos... no antes.

— Dobby no necesita descansar, Dobby puede cuidarlos hasta el amanecer.


Harry estuvo a punto de bufar por la necedad del elfo, no podía creer que esa noche terminaría arruinada. Severus decidió entonces poner manos a la obra.


— Lo que Potter quiere decir es que precisamos de tu ayuda, esta noche Potter y yo haremos una especie de "ritual" y es importante que nadie nos interrumpa.

— ¡Qué bien! Yo cuidaré que eso no pase, Amo. —propuso Dobby con gran entusiasmo.

— Es que el ritual que haremos requiere que alguien vaya a Glastonbury tor y espere en lo alto de la torre de San Michael la aparición de una señal luminosa, la atrape y regrese acá de inmediato.

— ¡Yo puedo hacer eso!

— Lo sabemos Dobby, pero toma en cuenta que puede durar toda la noche, es importante que no desesperes y tampoco regreses sin la luz.

— Así lo haré, Amo. Dobby está feliz de poder ayudar.


Dobby desapareció al instante. Harry volteó a mirar a Snape quien sonreía con malicia.


— ¿Estará bien? —preguntó preocupado por su amigo.

— Sí, serán sus propias vacaciones, te lo aseguro.

— Pero Dobby no regresará sin la luz, puede quedarse ahí por siempre.

— Ya nos ocuparemos de eso, te lo prometo... ahora es tiempo de nosotros.


Snape se puso de pie ofreciendo su mano al joven de ojos verdes. Harry no pudo ocultar el sonrojo de sus mejillas, su corazón latía desorbitado y con la respiración contenida, unió su mano a la del Profesor.


Besos que callanDonde viven las historias. Descúbrelo ahora