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Estaba enojada.

Enojada conmigo misma, las horas que había pasado con los Cullen aquí habían sido fantásticas. Habían sido en extremo afectuosos conmigo, me brindaron su casa para quedarme aquí un tiempo, Carlisle estuvo preguntándome todo sobre mi vida, y las chicas no se quedaron atrás. Me hicieron sentir apreciada e importante, me enojaba saber que tantos años me había perdido esto por decidir marcharme y hacer mi camino.
También me enojaba no poder corresponderles de la misma forma, cálida, yo no estaba acostumbrada a eso. No recuerdo con exactitud lo que era querer a alguien constantemente, tampoco hacerlos sentir queridos por mi.
No desde que dejé a Edward.
Desde aquel momento todo en mi vida pasó a ser fugaz, ciertas amistades duraron...pero muy pocas a decir verdad.

Esta mañana Alice estaba alegre como nunca había visto a nadie, eso es porque le dejé acompañarme a comprar nueva ropa.

Si estaría aquí una temporada no podía estar con un solo conjunto para siempre. Ew.

—¿Iras sola arriba con todas estas bolsas de compras?¿Porque me dejas aquí?—mi pregunta pareció sorprender a la pequeña vampira parada a mi lado.

—Nunca dudes de mis habilidades, Ivy.—la sonrisa de Alice era contagiosa.—Además, te dejaré aquí por que Edward vendrá. En mi visión los vi hablando en este lugar.

—Me haces sentir ansiedad Alice.—me quejo entrando a la casa, quedando recluida en la zona de la entrada. Nadie parecía estar en la mansión.

—¡Estoy emocionada!—su gritito de felicidad me creó un nudo en el estómago.

—¡Alice!—me quejo respondiendo a su grito. En pocos segundos ella había bajado desde el segundo piso hasta donde me encontraba yo. Ahora totalmente seria.—Tus cambios de humor me intimidan, y pocas cosas me intimidan, imagínate.

—Está llegando, actúa normal.—me susurra dándome una palmadita en el brazo. ¿Que carajos es actuar normal cuando te vas a encontrar a tu ex pareja de hace más de medio siglo, luego de no hablarse por años, y que ahora tiene otra pareja que yo debía perseguir y posiblemente matar?

Actuar normal.

—¿Alice?—la voz de Edward entrando por la puerta me deja helada. Por suerte estaba escondida detrás de una pared.

Había extrañado su voz, la había añorado. Aunque no hayamos tenido una conexión idónea, habíamos compartido un amor igual. Mi primer amor. Eso no se olvida.

—¿Quien es?—Edward suena alerta, su voz fuerte me hizo entender que era momento de salir de mi escondite. Por fuera podía parecer ruda, por dentro soy una niña de diez años al parecer.

—Alice está arriba, ¿Enserio olvidaste mi aroma?

Sus ojos parecen no creer lo que estaba observando frente a él. Nunca lo había visto tan asombrado por nada en la vida. El muchacho no tardó ni un segundo en estrecharme entre sus brazos.

—Ivonne...—Inhale su dulce y amaderado olor mientras su conocida voz llegaba a mis oídos.
Me sentía en casa.


Chicago, Illinois. 1936.

—Ivonne...Deja de jugar conmigo.—Edward suplicaba divertido.

—¿Qué?¡Dijiste que extrañabas dormir!—uno risotada malévola sale desde el centro de mi pecho.

𝐖𝐈𝐂𝐊𝐄𝐃 𝐆𝐀𝐌𝐄𝐒-j. black, e. cullen.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora