Número cero ha vivido muchas vidas, tiene miles de recuerdos pero ninguno es suyo.
Creada para ser un arma de destrucción, cero consigue huir del proyecto Oblivion, quizás para encontrarse con algo mucho peor que ella misma.
Ningún personaje me pert...
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📌 Casa de los Harrington. Hawkins, Indiana.
Poco a poco abrí mis ojos. Por unos segundos no reconocí el lugar en el que me encontraba. Definitivamente, esta no era mi habitación. Un pequeño ronquido me hizo recordar, había estado viendo una película con Steve y nos habíamos quedado dormidos, la película al parecer ya había terminado. Steve estaba agarrado a una de mis piernas mientras dormía pacíficamente, su pelo un poco desastroso y un hilito de saliva caía de la comisura de su boca, era realmente tierno y gracioso.
De repente, el reloj de la mesita de Steve llamó mi atención. Maldición, iba a llegar tarde a mi encuentro con Jonathan y Nancy. Con cuidado de no despertar al chico que me tenía agarrada por las piernas, me bajé de la cama lista para saltar por la ventana, cuando de pronto recordé que no tenía como llegar al bosque donde íbamos a encontrarnos. Asomé la cabeza hacia el jardín de Steve, a lo lejos una bicicleta vieja y abandonada se encontraba tirada en el jardín. Perfecto. Ahora el problema era, que yo no sabía montar en bicicleta.
Mire a Steve, y muy en contra de mi voluntad, tomé una decisión. Aparté el cabello que caía descuidado sobre su frente y me concentré en encontrar la habilidad para montar en bicicleta entre todos sus recuerdos. La mente de Steve era como entrar en un jardín lleno de tormenta, pensaba mucho, le preocupaban muchas cosas y parecía ser un lugar frío pero según te adentrabas en su mente, la tormenta se disipaba y lograbas ver como un campo lleno de flores donde había recuerdos de Nancy, su madre, él de pequeño y ahora y algunas mascotas.
Me parecía que estaba invadiendo su intimidad, así que fui directa a un recuerdo de él montando en bicicleta mientas se tiraba por una colina con esta y reía, una Nancy de 6 años le seguía de cerca, algo en mi pecho se estrujó. Este recuerdo valdría. Agarré el recuerdo con fuerza, Steve se movió inquieto en la cama, debía ser rápida si no quería que se despertara, tiré de él con fuerza. Steve se tensó, pero una vez que el recuerdo se asentó en mi cabeza, el chico volvió a relajarse, como si ese recuerdo de verano, Nancy y alegría nunca hubiera existido.
Limpié con el dorso de mi mano la sangre que goteaba de mi nariz, antes de saltar eché un último vistazo al chico. Sus pestañas proyectaba unas agradables sombras sobre sus mejillas, y con al boca semiabierta parecía un niño otra vez.
-Te lo devolveré, Steve.- y con un último vistazo, salté.
Mis pies se quejaron por el impacto pero rápidamente me alejé del hogar de los Harrington cogiendo su bicicleta y alejándome con la puesta de sol detrás de mí.
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