2. Gemelos

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Aún no había abierto los ojos del todo cuando oí cómo la puerta de mi cuarto se abre de golpe y oigo entrar a mi hermano precipitadamente en la habitación.

— ¡Kate!, ¿Estás bi...?— no le da tiempo a acabar la frase antes de tropezar de repente con una de las miles de cosas que hay por el suelo de mi cuarto. Me reí a carcajadas mientras me colocaba rápidamente las lentillas para no perderme aquello. Habría sido más rápido ponerme las gafas, pero ya había perdido al menos 4 en lo que llevaba de año y no quería obligar a Lucy a comprarme otras. Menos mal que fui rápida, porque Byron era ahora un montón de ropa sucia. Vi entonces el motivo de su caída: se había tropezado con el cable de mi ordenador, aunque por suerte no se lo cargó. Si no, no habría tenido universo suficiente para correr.

—Estoy bien, no pasa nada, solo son las pesadillas— mentí, respondiendo a su pregunta. Normalmente, estaba acostumbrada a las ellas, pero esta noche había sido distinto y aún no podía entender por qué. Byron debió de notar la tensión de mi cuerpo, pero solo me dijo:

— Respira, que te estás ahogando— bromeó. Yo hasta ese momento no me había dado cuenta de que me estaba costando respirar.

Después se concentró en llegar a mi cama, mirando atentamente el suelo e intentando no tropezar con nada más. Yo mientras tanto me reía sin ningún disimulo por las posiciones raras que adoptaba para intentar distraerme entre tanto se acercaba. Cuando llegó a mi lado, se sentó conmigo en la cama y me dio uno de sus abrazos de oso. Yo se lo devolví con fuerza, y nos quedamos así unos minutos, hasta que él interrumpió el silencio:

— Sé que ha pasado algo. No te voy a presionar, pero cuando estés lista, dímelo, ¿vale?— Asentí.—Eso sí, mientras te despiertas, vístete, o si no llegaremos tarde al insti. Solo tú eres capaz de dormir tanto, osito— se burló.

—Adiós, By— le dije mientras ponía los ojos en blanco. Solo él era capaz de romper un momento así de bonito.

Me cambié en 5 minutos y después bajé a desayunar. Byron también se había vestido y estaba hablando con Lucy, nuestra madrina y casera.

A veces me daba miedo lo mucho que me parecía a Byron físicamente ya que no solo era mi hermano. No, para colmo, también era mi hermano gemelo, y tenía mi misma cara, con el mismo hoyuelo en la mejilla derecha. Eso sí, él tenía el pelo marrón un poco más ordenado, porque el mío era indomable. Compartíamos también los mismos ojos verdes y grandes, unas pestañas largas, pecas y mi misma nariz pequeña.

Yo nací 2 minutos antes que él, pero él parecía el mayor de los dos.

Cuando me vio, resopló y me dijo:

—Eso es. Tú no te arregles, que no vamos a una boda— me dijo sarcásticamente. Era verdad. Cuando me vestía, cogía lo primero que pillaba en el armario, que solía estar arrugado.

Cuando pasé por su lado, le robé una tostada y le di un tortazo. Él hizo una mueca que mantuvo hasta que su móvil empezó a sonar. Entonces se levantó de un salto y salió corriendo de la cocina.

Yo rodé los ojos mientras Lucy se reía entre dientes. Estaba terminándome la tostada, cuando ella paró de reír y me preguntó:

— ¿Qué tal has dormido?— me preguntó, sin rodeos. No me preguntó si había dormido bien, porque ella sabía que no era así. Sonreí de lado, porque una de las cosas que más me gustaba de Lucy era lo directa que podía llegar a ser.

— No tiene sentido que te mienta: he vuelto a soñar con el accidente de mamá, pero hoy lo he sentido más extraño. No te preocupes, ¿vale?— le dije directamente, intentando sonar lo más suave posible.

—Vale— se encogió de hombros y siguió a lo suyo.

Me entraron ganas de echarme a reír a carcajadas. Adoraba a Lucy, era la mejor amiga de mi madre y nuestra madrina. Era una mujer pequeñita, muy rubia y de ojos azules, de mirada astuta y divertida. Me recordaba mucho a mamá y a menudo entendía porque antes se llevaban tan bien. Ambas tenían muchísima facilidad para pasar de un tema a otro y me divertía como intentaban regañar a Byron tras haberse metido en problemas mientras escondían no muy bien su sonrisa.

Pero claro, mamá murió y nos había dejado con Lucy tras su muerte.

Me terminé el desayuno y subí a mi habitación a lavarme los dientes y coger la mochila.

Byron ya estaba en la puerta y cuando bajé, escuché que tarareaba una canción. Él solo cantaba cuando estaba de muy muy buen humor, así que decidí que después le preguntaría que le pasaba, aunque seguramente tendría algo que ver con esa llamada de teléfono.

Nos despedimos de Lucy con un beso y salimos corriendo en dirección al instituto. Porque para variar, ya llegábamos 10 minutos tarde, cosa que no auguraba nada bueno.

Partida dobleDonde viven las historias. Descúbrelo ahora