5. Para gustos, colores

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KATE

Cuando nuestro profesor atravesó con la lanza a nuestro padre, me sentí fatal de repente. Mi cabeza empezó a dar vueltas y me sentí caer hacia el vacío, y en esta ocasión, nadie podía oírme, nadie podía ayudarme. Y de pronto, todo se volvió negro.
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DIANA

Veía a Kate desmayarse y estaba demasiado lejos para evitar su caída. Por suerte, hubo alguien que reaccionó más rápido que yo: Byron.
Sujetó a su hermana con una delicadeza que me hizo poner una mueca de cariño. Se notaba a kilómetros que adoraba a su hermana, y no todos los hermanos podían presumir de tener la misma relación que ellos.

Yo los quería a ambos locamente, pero de una manera muy distinta. A Kate la veía como una hermana, y a Byron... Byron era otra historia bastante más complicada. Ambos sabíamos que teníamos mucha química desde el primer momento en el que nos vimos, pero éramos demasiado cabezotas y simplemente lo ignorábamos, sobre todo Byron. De ahí nuestra fama en el instituto por ser unos rompecorazones.

El señor Brooke se dio la vuelta y parecía ser consciente de la situación que tenía enfrente de sus narices: Kate desmayada, y tres adolescentes con cara de estar claramente conmocionados. Y digo tres, porque Amy parecía impasible ante toda esta situación, incluso aburrida.

Por suerte, el profesor reaccionó rápido.

— Amy, el botiquín; Luke y Byron, tumbad a Kate sobre mi mesa; y Diana, cierra todas las ventanas y puertas — nos ordenó, mientras se dirigía apresuradamente hacia Kate.

— Claro, corazón— sólo contestó Amy.

Espera: stop, tiempo muerto, lo que sea... ¿corazón?

Me extrañó que nuestra compañera (a la que por cierto, a veces tenía ganas de arrancarle los pelos por idiota) tuteara de esa manera a nuestro profesor. Pero en ese momento, eso me importaba lo mismo que tres cerdos volando.

Ahora teníamos que montar nuestro drama particular.

Tras cumplir las órdenes del señor Brooke, me dirigí hacia mi mejor amiga, que sinceramente, había tenido días mucho mejores.

— ¿Qué le ha pasado?— preguntó Luke.

— Su mente ha sufrido una conmoción, y se ha defendido así. En otros casos, se vomita o se entra en trance... Amy, vigila los pasillos, que no entre nadie— comentó distraídamente el profesor Brooke.

— Ehhhhhh... ¿Nos podrías explicar qué demonios está pasando? Porque me perdí en el minuto en el cual mi "padre" apareció detrás de nosotros— exclamó Byron con el ceño fruncido.

— Claro... Y Byron, haznos un bonito favor a todos y cállate un ratito, majo, que me estás agobiando— le espetó Amy bruscamente mientras sacaba dos dagas de su espalda y las miraba como una niña mira a sus juguetes. Parecía que las había invocado, porque no tenía ningún bolsillo trasero.

¡Vaya! Bonita forma de hacer amigos, Diana.

— Espera... ¿os conocéis?— preguntó Luke con el ceño fruncido, mirando alternativamente a nuestro profesor y a Amy.

¡Qué genio es nuestro amigo! ¡Acaba de llegar a esa conclusión él solito! ¡Yo ya lo sabía desde el capítulo anterior!

¿Qué?

Oh, nada, nada...

—Sí, y es una curiosa historia que os contaremos cuando Kate despierte, para no tener que contarla dos veces— le contestó nuestra compañera, con una  sonrisa irónica.

Partida dobleDonde viven las historias. Descúbrelo ahora