4. ¿Y si le pido matrimonio?

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BYRON

Solamente permití que Luke me arrastrara porque sabía que si me quedaba con Kate y Diana acabaría soltado alguna tontería de la que me arrepentiría más tarde, porque seguía molestándome que le hubiesen dado un abrazo a él y a mí no. Perdonad mi inmadurez.

Como habíamos llegado 5 minutos antes a clase por culpa de Luke y su obsesión con la puntualidad, no había mucha gente aún.

Nos dirigimos a nuestros sitios, y antes de darme cuenta, Luke ya estaba charlando con su compañera de pupitre, que no sabía disimular y se notaba a leguas que estaba intentando coquetear con él. De los dos, yo solía tener más éxito, pero Luke tenía esos ojazos azules hipnotizantes que dejaban embobadas a unas cuantas chicas. Era un tipo muy listo (por algo es mi amigo), pero en estos temas se manejaba muy mal y no se enteraba de nada el pobre.

Puse los ojos en blanco y me volví hacia la pizarra. Estaba pensando seriamente en dormirme antes de que empezara la clase cuando mi mirada se desvió hacia la puerta en el momento que mi hermana y Diana entraron en clase.

Diana seguía igual que hace dos minutos, pero ella no parecía sentirse muy cómoda.

Oh, no...

Kate miraba alrededor cuidadosamente, como si pudiera haber un asesino escondido en alguna parte de la clase, aunque al verme dio la sensación de relajarse un poco. En Historia era mi compañera de pupitre, así que se encaminó rápidamente en mi dirección mientras Diana se quedaba charlando en la puerta de clase con una compañera.

Vale, que le den por culo al espacio. Esta mañana estaba mal, pero ahora está aún peor y no me hace ni pizca de gracia.

— Ey, ¿Qué te ha pasado?— le pregunté.

Me dedica una sonrisa burlona al oírme, pero me responde con sinceridad:

— Cuando venía a clase con Diana, he tenido la sensación de que alguien me estaba observando. He mirado en todos lados, pero no he visto a nadie—. Me dijo, encogiéndose de hombros.

Me recorrió un escalofrío que intenté ocultar lo mejor que pude. Cuando mi hermana percibía algo fuera de lo normal, más te valía armarte con rifles, dagas y hachas, porque tenía un radar muy agudo para percibir problemas. Lo que pasa es que en nuestra familia los problemas no eran muy... normales.

Nuestra madre murió cuando teníamos 12 años, después estaba lo que le pasó a Max y... nuestro padre: el hombre más imbécil de la galaxia, que nos abandonó doce días después de haber nacido, y al que en ocasiones, visitábamos de forma intermitente. Después del accidente de mamá, solo nos quedamos mi hermana y yo, lo que provocó que Servicios Sociales nos trasladara a una casa de acogida hasta que Lucy vino a reclamarnos como nuestro pariente más cercano.

Mi hermana comenzó a tener pesadillas todas las noches del accidente de mamá que no le permitían dormir. Intentó que un psicólogo la ayudara, pero ese idiota intentó violarla, y no ha vuelto a querer saber nada de ningún psicólogo desde entonces. He intentado ayudarla, pero sé que solamente ella puede salir de ese hoyo al que la han ido empujando, y que lo único que podemos hacer los demás es echarle una cuerda para que pueda ir escalando por ella sin rendirse.

La admiraba. Era una de las personas más fuertes que conozco, y aunque yo pasé más o menos lo mismo que ella, no me afectó tanto, porque al único miembro de mi familia (sin ofender) al que de verdad estaba unido, era Kate, mi osito, mi hermanita, y tenía suerte de no haberla perdido.

Cada vez que mi cabeza decidía recordar todos los recuerdos de nuestro pasado, me obligaba a mirar al futuro y no pensar en él, porque sino lo único que conseguiría sería hacerme más daño.

Partida dobleDonde viven las historias. Descúbrelo ahora