El olor a alcohol y la calefacción alta le están gritando con desespero que regrese a esa vida que ha aprendido a manejar en sistema automático. Johnny abre los ojos entre destellos que no puede borrar y que lesionan su vista, la está pasando muy mal.
Reconoce que debe atender su salud con más frecuencia desde que los límites entre la realidad y las pesadillas se vuelven menos claros. (Dejando de lado la idea de que termina desmayándose tras ciertos golpes innecesarios, atribuye su debilidad física a la exactitud en su dieta alimenticia de los últimos días o, por lo menos, de las últimas horas, con una base promedio de alrededor de diez calorías por día.)
El olor a alcohol es el perfume barato de Yuta, ese que ha usado desde la universidad y que se aneja con el tiempo. Es gracioso, no logra discernir ni con la consciencia bien puesta si Ten es la pesadilla que lo mira de cerca y parpadea o es él mismo queriendo vomitar la saliva que se ha acumulado en su garganta, ojalá despierte pronto.
—¿Me escuchas?
—No quiero —admite con un gruñido que apenas distingue como suyo y girando su cuerpo hacia un lado porque sabe que si el mundo continúa girando a su alrededor, va a vomitar.
No hay modo de que el dolor sea falso, es tan intenso como para ser un sueño y la acidez de su garganta sale a la luz cuando jadea en un tono más grave de lo normal al aspirar aire de forma inestable, están en movimiento.
—Ya —anuncia la voz del pelirrojo antes de que pueda verlo de nuevo. —Johnny está de vuelta.
Le toma un par de minutos recapitular las últimas horas de su vida y la poca eficacia que han tenido para manejarlas y cuando lo logra, no se permite decir nada a sabiendas de que no está a solas y que en cualquier momento puede girar el rostro y Ten va a estar ahí, mirándolo esperando quién sabe qué.
Se permite fingir el resto del camino y no abrir los ojos, además la cantidad de luces que la ciudad de Chicago puede ofrecer durante la noche es abrumadora incluso para alguien en un estado relativamente sano y cuerpo. John mantiene una mano sobre su abdomen y realiza maniobras que nivelen su respiración y lo ayuden a regular el des balance que lo arrincona contra el suelo por más tiempo del que debería, los mareos no dejan de rebotar en su mente.
No sabe cuánto tiempo estuvo inconsciente, pero al observar por la ventana, no hay señales de la zona boscosa y hay más grupos de personas alrededor cada vez que se detienen en un semáforo, por lo que sabe que el miedo a ser acribillado en medio de la nada puede escurrirse junto a la lluvia de ese mes en las laderas de la carretera.
Están yendo a casa de Taeyong y espera que Yuta deje de presionar el volante de esa manera o se le van a salir los huesos de los nudillos.
—Bueno, —suspira tras teñir su rostro con una sonrisa delicada que en comparación al resto de su lenguaje corporal se ve poco atinada. Un escalofrío lo invade en ese silencio violento entre palabras. —¿Alguien tendría la delicadeza de explicarme ¿qué demonios fue todo eso y de quién es el cadáver que acabamos de secuestrar?
Y a él no va a gustarle la respuesta, puede verlo en sus uñas blancas y sus ojos casi saliéndose de la órbita, Yuta sabe quién es el hombre inconsciente y eso está quemándolo desde la médula como hierro incandescente.
Para su sorpresa, Taeyong ni siquiera responde a la defensiva o con la verdad y en su lugar, en un susurro poco audible y está dirigido únicamente a Yuta, le pide ayuda y, por poco, compasión.
—¿Puedes ayudarme a bajarlo?
Cuando Taeyong se comporta de esa manera, tan tímido y sensible, su pecho se agrieta un poco, es un hombre que sabe valerse por su cuenta y las dificultades casi no existen para él, además, tiene un par de hermanos que son casi como sus piernas, así que Taeyong nunca ha suplicado por auxilio o piedad, como John hace en sus sueños más corruptos, pero ahora en ese estado de completa fragilidad, lo expresa con una facilidad que sólo destaca qué tan necesitado está.
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Babylon Allure [JOHNTEN] (En re publicación)
FanfictionJohnny sólo quería que Ten viera Babilonia de nuevo.