Podía considerarme un alcohólico, habría perdido mi buena forma atlética, y mi semblante, antes alegre y coqueto, ahora era lúgubre. Creo que a cualquiera le afectaría un divorcio, que se lleven a tu pequeña hija y que te demanden por una suma considerable. Cuanto menos conservaba el trabajo de ser catedrático en la facultad de derecho de la universidad de la zona en la que vivía, eso pues mi exesposa se había quedad con el estudio de abogados, y mi cartera de clientes ahora me evitaban.
Así, desanimado y obligado a moverme rumbo a clases para poder cubrir mis horas y con eso mantener mi sustento me dirigí esa mañana a la universidad. Era un día algo cálido, se sentía la proximidad del verano, me puse mi ropa formal con un saco ligero, cogí mi morral y cogí mi auto. Las clases pasaron sin mayor novedad, una veintena de muchachas y muchachos ávidos de aprender eran mi público. Pero tal había sido mi cambio que me limité a hablarles del tema, dejarles unas lecturas y abandonar el salón cuando se cumplía mi hora. Al salir se me acercaron algunas estudiantes, pero como si fuese un robot respondí sus dudas y me alejé, verifiqué mis pendientes y abandoné la facultad.
Luego fue lo de siempre, comprar algo de comer, intentar pasar el tiempo pensando en otras cosas, ver el atardecer, el tiempo se hacía infinito, la tortura de estar solo era insoportable, una cosa me calmaba, una sensación había todo más llevadero... estar ebrio.
El departamento en el que vivo y por el que me encuentro endeudado por lo próximos veinte años queda cerca de una zona dedicada a la vida nocturna, algunas discotecas y bares, muy bueno para pasar el rato, muy peligroso para alguien que está volviéndose adicto al alcohol. Allí me dirigí caminando, con la misma ropa de la mañana, llegué a un local habitual donde los cócteles eran agradables y a un precio aceptable y me senté en la barra, era cerca de las 8 de la noche, hice mi primer pedido, un whisky en las rocas, lo bebí con calma, no prestaba atención al resto del mundo, era mi vaso y yo. Así pasé al siguiente, luego otro, mejor dos más... de pronto alguien me tocó el hombro.
- ¡Doctor! -una jovencita me hablaba casi gritando, mientras que un grupo de muchachas atrás festejaba su hallazgo- no sabíamos que tenía vida nocturna.
La miré, estuve a punto de poner cara de fastidio por haberme interrumpido en mis lamentos, pero algo, no puedo explicar bien qué, me dejó viendo su pequeña boca de labios carnosos y sonrisa perfecta, me quedé hechizado un momento, ya estaba algo ebrio así que decidí devolverle el saludo.
- Hola niña, ¿te conozco? -le pregunté, con total sinceridad pues no recordaba de dónde me conocía.
- Claro, en la mañana estuvo dándonos clases, lleva semanas enseñándonos -puso cara de dolida, como si mi ignorancia de su identidad realmente le hubiera afectado, lo que me desconcertó, hice memoria y recordé su nombre.
- ¿Daniela? Claro Daniela de Derecho Romano - ahora si triunfante le sonreí, ella me devolvió una bella sonrisa, como de niña que ha logrado su objetivo.
Solo por recordar su nombre se puso a charlar un rato conmigo, ella estaba alegre, y se notaba que ya tenía unas copas encima, claro que no tantas como las mías. Al rato su grupo de amigas la llamaron, la joven se disculpó alejándose.
Continuará...
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Oportunidad al Placer
RomanceNada que argumentar sobre este trabajo "Oportunidad al Placer" conjunto de relatos eróticos desde perspectivas distintas tanto relatadas por chicos que por chicas. Abordará varios temas referente a los tipos de relaciones. Como siempre esperar que l...