El profe - Cap #2 Inmersión

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Al rato su grupo de amigas la llamaron, la joven se disculpó alejándose.

Pude observarla mientas caminaba rumbo a sus amigas, era un pequeño bombón, bajita de estatura, pero bien formada, su piel morena resaltaba con ese vestido corto de color negro con brillos que centelleaban a cada paso que daba, tenía unas piernas hermosas que subían hasta un trasero redondito que me hizo tragar saliva. Pero ¿en qué estaba pensando? Solo por estar en el mismo local ya era comprometedor, la universidad tenía un régimen de distanciamiento y reserva entre docente - alumno, el comité de ética me haría añicos si me desviaba con esa muchachita, además le llevaba ¿Cuánto? Diez años por lo menos. Volteé y retomé mi vaso, estaba algo caliente, pedí más hielo. Con lástima me quedé pensando en todo aquello a lo que había renunciado por mi familia.

- ¿Por qué está tan triste profe? -ella había regresado y me había sorprendido sentándose a mi lado.

- No lo entenderías mi pequeña alumnita -contesté en tono condescendiente, me empecé a levantar para retirarme, pero ella puso su pequeña manita en mi brazo frenándome.

- Ándele cuénteme ¿si...? -hizo un puchero y volteó hacia la barra- Amigo sírvanos dos vasos de lo que haya estado tomando mi amigo -le dijo directamente al mesero, ignorando si yo aceptaría seguir bebiendo.

- Escucha Daniela, sabes que no puedo tomar con estudiantes.

- Mire a su alrededor, es una disco, tampoco es un esclavo o algo así, dese un respiro y ponga a prueba si puedo entender o no, ¿o está apurado en irse? -me dijo, nuevamente con esa sonrisa que ahora me parecía más bella y pícara.

En realidad, nadie me esperaba en casa, era viernes por lo que no trabajaba al día siguiente y finalmente ¡que se joda el mundo entero! me acababan de poner otro vaso de whisky enfrente.

Lo tomé poco a poco charlando con mi nueva amiga de copas, con sorbos pequeños alargamos la velada, era joven y llena de sueños, le expliqué que estaba solo y lo deprimido que eso me ponía, ella hacía caritas y gestos que me sacaron unas cuantas carcajadas.

- La vida no es tan fea ¿no cree profe? -me dijo mientas se inclinaba lentamente hacia mí, separando un poco sus labios, era hechizante. Me preparé para el beso, pero en cuando faltaba poco para que nos toquemos me dio un jalón y me sacó a bailar. Todo el rato mientras charlaba ella había estado jugando con mi brazo, desde que me tocó para evitar que me fuese del lugar no me había soltado. Ahora confieso que no soy un buen bailarín ni dada por el estilo, hice lo posible para seguirle el ritmo de la música electrónica, ella saltaba, se contorneaba, me rozaba, era una gozada verla tan llena de vida. Me dejé llevar y la tomé de la cintura, bailamos sin ritmo, pero divirtiéndonos, la pasé muy bien. Luego de un tiempo regresamos agitados a la barra, para mi sorpresa vació de un trago lo que le quedaba y pidió un par más.

- ¿Vas a estar bien? - le pregunté, pues la veía notoriamente ebria.

- ¿Acaso usted mi profe no me va a cuidar? - me contestó, con lo que mi miembro se despertó sin control. Tenía a una belleza apenas adulta a mi merced.

Charlamos y bailamos un poco más, en un descuido suyo me aseguré de pagar lo que se debía y le propuse acompañarla a tomar un taxi, ella asintió.

Aún conservaba algo de cordura, así que pensé en llevarla a la avenida más próxima, embarcarla en un taxi que parezca seguro y luego yo marcharme a casa que desde luego estaba muy cerca de esa misma avenida.

- Ha estado divertido pequeña Daniela - le dije mientras caminábamos, ella me tenía agarrado del brazo, por nuestra diferencia de tamaños aparentaba menos edad, si no fuese por sus redondeces cualquiera hubiese dicho que era una adolescente.

- ¿vives cerca de aquí? - me preguntó como arrastrando algunas palabras, consecuencia del alcohol.

- Si, vivo en ese edificio de allá - le señalé el condominio donde se ubicaba mi departamento, estábamos ya muy cerca.

- Quiero ir al baño - me dijo apretándome un poco más el brazo y mirándome con total sinceridad.

Mi mente se puso en blanco por un instante, ¿quería ir al baño? o ¿era una indirecta para ir a...?, seguimos caminando de largo, la acerqué a mí abrazándola por los hombros.

- Claro, te presto el baño de mi departamento -le dije, ella asintió sonriéndome, la sangre me empezó a subir a la cabeza, a ambas cabezas.

Continuará...

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