Era 123, Estado 7, Año 16
Las 6:48 de la mañana. Viene 3 minutos tarde.
La figura de Ixan se hace presente medio minuto después con mi paciencia al límite.
Bueno, la poca paciencia que tengo.
El carruaje se me hace incómodo al verlo entrar con calma y parsimonia, imaginándome lo que serán las horas de viaje.
—Buenos días, menos mal que no me gusta la impuntualidad, si me llega a gustar estamos aquí hasta las 10 de la mañana— digo forzando una sonrisa para no partirle la boca de un puñetazo
—Hola a ti también, cielo— responde con un bostezo bastante descortés, pero bueno, la confianza da asco, y ya sé porqué.
Le indico al chófer que ya nos podemos ir y emprendemos la marcha hacia La Frontera Zeta.
Los carruajes de Axnìra y Belìxden son los más avanzados de La Raxzëlion, tienen un pequeño motor que hace innecesario el maltrato animal que supone que dos o más caballos tiren de ellos como pasa en los 14 reinos restantes.
Bueno, creo que Rexden y Zerax son de los más avanzados de los 14 reinos restantes, aún así no poseen estos vehículos.
Ixan me toma la mano y lo miro; siento una pequeña superficie sólida en la palma, bajo la mirada y las veo.
Lentillas.
Ahora lo entiendo todo, me parecía raro que me dejaran salir del recinto real sin llevarlas puestas, pues, mis ojos son una monstruosidad.
No para todos, a mi me gustan; me hacen verme única y especial, pues nadie que conozco los tiene.
Mis padres tienen unos ojos celestes preciosos, del color de mis lentillas; los reyes tienen los ojos almendrados, casi del color de Ixan –que se le oscurecieron al no haber ejercido de guardián–
Vuelvo a levantar la vista encontrándome con sus apagados ojos rojos, lo miro con decepción.
—Lo siento, pero no puedo dejar que sepan lo que eres— se disculpa
—Claro, lo entiendo— susurro bajando la cabeza de nuevo
Se acomoda en el asiento, dejando su robusta espalda contra este, cierra los ojos dispuesto a dormir un rato más.
Ojeo a mi alrededor, el pequeño compartimento en el que estamos metidos no tiene demasiado para entretenerse.
Me entretengo mirando un rato por la ventana, pero a los cinco minutos me canso de la extensa arboleda y me apoyo contra el hombro de Ixan.
Sin poder evitarlo, pierdo la consciencia durmiendo me en el brazo del príncipe de Belìxden.
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Haxmínya
FantasíaLa Raxzëlion estuvo Eras completas desprotegida, hasta la llegada de ellos Los Háxmyna Poblaban tanto las calles de Axníra como las de Belìxden: los dos reinos más importantes de La Raxzëlion Super hombres; superaban con facilidad todos los límites...