Capítulo VII - Cambio de actitud

97 10 6
                                    

Era 123, Estado 7, Año 16

Veo al encapuchado esconderse en el bosque con rapidez

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Veo al encapuchado esconderse en el bosque con rapidez.

Me levanto sacudiéndome el vestido y reparo los daños: está para el arrastre.

Me quito todo el pelo de la cara como puedo y sacudo un poco el montón de jirones que es ahora mi vestido.

Al levantar la vista, veo a Ixan casi a mi lado, corriendo hacia mí.

—Xhandèa, por los dioses ¿Estás bien? ¿Estás herida? ¿Quién era ese?— empieza a bombardearme con sus preguntas

—Estoy perfectamente, y no, no sé quién era; pero algo si que sé— hablo decidida —Nos vamos—

Ixan asiente de acuerdo conmigo. Me pasa un brazo por la espalda baja y nos dirigimos al interior de palacio.

Caminando por los pasillos, la mayor parte de los guardianes se quedan mirando mi atuendo

Al llegar a la puerta azul, vemos a la reina Xelka salir de ella. Se gira hacia nosotros, cambiando su expresión al verme.

—¡Señorita Âhxden! ¿Que le ha pasado? ¿Está usted bien?— pregunta acercándose

Ixan se interpone entre ambas con una gélida expresión.

—Nos vamos, así que le pido por favor que se aparte— habla con serenidad

—Pero ¿Qué ha pasado? ¿Y el asunto de la guardiana?— pregunta preocupada

—Xhaye tiene el puesto si ella lo quiere— habla Ixan de nuevo abriendo la puerta azul

—Un hombre me ha atacado en el jardín, no ha pasado nada, pero hemos decidido irnos— informo para que no se preocupe

—¿Un hombre? ¿Pero cómo es eso posible si- —corta la frase de golpe —Ya sé quién ha sido, esperen aquí y hablaremos—

Se marcha apresurada dejándonos solos

—No la vamos a esperar ¿Cierto?— habla Ixan leyéndome la mente

[¥]

El sonido del carruaje me reconforta y apoyo mi hombro en Ixan, que mira por la ventana, muy callado.

Hemos contactado rápidamente con el mextîdeño que nos había traído aquí, hace un par de días.

En realidad, ha venido por un par de monedas de oro extras.

—Ixan— me incorporo para encararlo de nuevo —Ixan— repito —Ixan ¿Estás bien?— lo observo, está mirando por la ventana del carruaje

Decido respetar su silencio y abro la cortina de mi lado del carruaje.

Veo el gran camino por el que pasa el carruaje, miles de árboles alrededor se yerguen imponentes a varios metros de altura, haciéndonos tan insignificantes y diminutos como una pequeña hormiga.

HaxmínyaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora