Era 123, Estado 7, Año 16
Demasiado color
El territorio de Axnìra nos recibe con colores por todos lados: bosques, regatos, animales… incluso tuvimos que parar por culpa de una manada de caballos salvajes que cruzaron por el camino.
Me encanta montar a caballo
Es algo que intento hacer siempre, pero que no hago casi nunca por falta de tiempo; entre preparar la boda, el asunto de la guardiana, los entrenamientos, las discusiones con Ixan y la presión monárquica, vivo sin saber a qué día estoy.
Se me han pasado las dos semanas muy rápido, no me ha dado tiempo a prepararme todo lo que quería, pero es mejor eso que nada.
—Este sitio es horrendo— oigo murmurar a Ixan
—Pues a mi me gusta, a lo mejor demasiado colorido, pero no es un mal lugar— debato inexpresiva
—Xhandèa, cariño, para lo único que valen estas tierras, son para conquistarlas— habla altanero
—Belìxden ya es lo suficientemente grande, Ixan— intento desanimarlo de la idea de volver a entrar en guerra con Axnìra
En realidad, nunca se tiene lo suficiente de nada; yo soy igual o más ambiciosa que Ixan, pero, como también soy más inteligente, sé cuándo conviene ser ambicioso y cuando no.
El resoplido de Ixan me llega como burla a mi frase
—Siempre tan políticamente correcta, cielo— comenta, aunque no sé si es un insulto o un cumplido
En respuesta sonrío con la boca cerrada.
—Alteza— oigo que nos llama el mextîdeño —Estamos llegando al castillo, así que tendrán que bajar para que los guardias lo revisen— le habla ahora a Ixan
Tan pronto como termina la frase, veo a un par de guardias rojos guardando una gran verja negra, que da paso a la residencia real.
El mextîdeño es el primero en bajar, viniendo a la parte trasera para abrirnos la puerta. Le doy las gracias con la cabeza y Ixan baja por el otro lado.
Ambos guardianes son tan altos como Ixan pero mucho más corpulentos y serios; mientras Ixan posee una complexión delgada, esos hombres son casi tan anchos como altos.
Ambos guardianes se miran y uno de ellos avanza hacia el mextîdeño, sin delicadeza lo revisa para que no lleve ningún arma.
Pasa hacia Ixan y, aún bajo las quejas de este, lo revisan también.
Me pongo nerviosa, no creo que encuentren la navaja, pero aún así no me gustaría que ninguno me tocase.
Cuando él guardián se va a acercar, su compañero lo detiene por el brazo y niega con la cabeza.
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Haxmínya
FantasíaLa Raxzëlion estuvo Eras completas desprotegida, hasta la llegada de ellos Los Háxmyna Poblaban tanto las calles de Axníra como las de Belìxden: los dos reinos más importantes de La Raxzëlion Super hombres; superaban con facilidad todos los límites...