El miércoles, Karina volvió a la escuela. Cuando estábamos en Economía Política, la profesora nos puso a trabajar en equipos. Como siempre, me senté con Karina y Jorgelina para buscar las respuestas al cuestionario que nos había dado la profesora. Las tres nos pusimos a leer una pila de fotocopias.
—¡Acá está la respuesta a la pregunta uno! —dijo Jorgelina—. ¿Se las dicto?
—Sí, dale —le contesté yo y tomé una birome. Karina no dijo nada. Miraba absorta a la nada a través de la puerta del salón.
—Kari, ¿te pasa algo? ¿Te sentís bien? —le pregunté.
—Chicas, tengo que contarles algo. Ayer, cuando volvía a casa después de buscar lo que dieron en la escuela mientras estuve en Buenos Aires, agarré la calle Suipacha y llegué hasta la casona. Se sentía que alguien estaba tocando un piano. La puerta de entrada al jardín delantero estaba abierta y entré. Me acerqué a la puerta de la casa y, cuando estaba por tocar el timbre, me di cuenta de que también estaba abierta. Dije: "Hola. ¿Hay alguien en la casa? ¿Puedo pasar?". Al ver que nadie me respondía, me escabullí por la puerta.
—¿Pero vos te volviste loca, Kari? —la reté—. No es un edificio público que podés entrar cuando querés. Es una propiedad privada. Los dueños...
—¡Qué importa que no sea un edificio público! Yo entré igual. Adentro, la casa es bastante amplia y está decorada con muebles antiguos pero elegantes. Es tal cual cómo la había imaginado. Hay una escalera majestuosa que lleva a la planta alta. De allí provenía la música. Subí por la escalera y me encontré con un pasillo largo que tenía varias puertas a cada lado. Caminé hasta la segunda puerta del lado izquierdo y la abrí. Había un muchacho tocando el piano. Me miró, me sonrió y siguió tocando, sin importarle mi presencia. Así estuvimos como media hora. Yo, disfrutando de la música, y él, tocando el piano. Cuando terminó, me preguntó si me había gustado y yo le dije que sí. Después bajamos, me acompañó hasta la puerta principal, charlamos un rato y nos despedimos. ¿Saben cómo se llama? León. Tiene veinticuatro años. Es extraño. A pesar de que estoy segura de que jamás lo había visto antes, siento como si lo conociera de toda la vida.
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Amor atemporal (finalista de los #AmbysES 2023)
RomanceRosario, 1994. Karina es una chica que cursa el penúltimo año de la escuela secundaria. Junto a su mejor amiga va a una librería a comprar los libros que le pidieron en el colegio. Al salir de la librería, caminan por la calle Suipacha, y Karina que...