Capítulo 85

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—No pasa nada hija, pero estaba preocupada —mi madre me dio un abrazo en ese momento.
—Te tengo que contar algo para que entiendas porque siempre te estoy esperando a que llegues —mi madre me sentó en la mesa de la cocina con un café para que entrara en calor.
—Tu diras —estaba esperando a la explicación porque nunca me lo había contado.
—Hace mucho tiempo cuando era pequeña iba en el coche con tu abuelo, yo iba en mi sillita en la parte de atras, apenas tenia cuatro años, estabamos en un semaforo esperando a que se pusiese verde, cuando lo hizo avanzamos el cruce, de repente unas luces cada vez más intensas nos embistió, suerte que yo estaba en la parte de la izquierda, como tu abuelo, pero nos dio tres vueltas de campanas, estuvimos varias semanas en el hospital, la parte de la derecha quedó destrozada, si hubiese ido en aquel sitio seguro que yo no estaría aquí, ni tu tampoco —la explicación me había dejado los ojos como platos.
—Por eso tienes tanto miedo —lo había entendido todo.
—Eso mismo, cada vez que se hace de noche y no estas aqui me preocupo, porque se que estas en la edad de tener amigos y amigas que tienen coche, o que te montes en los coches de su padre, y nunca se sabe lo que va a ocurrir, a partir de ahora porfavor avisa —yo la mire y le afirme con la cabeza, me había quedado sin palabras.
—Otra cosa, cuando era pequeña, estaba de vacaciones con tu abuelo en la playa, me meti al agua, de repente cuando me di cuenta no lo veía, apenas tenía cinco años, en ese momento un hombre me cogió de la mano y me dijo que me iba a llevar con mi padre, pero no fue así, ese hombre me secuestró, hasta que tu abuelo con la recompensa que no se de donde la saco me recupero, desde ese momento los caminos nunca se separaron, hasta el dia de su muerte.
A mi madre se le caían las lágrimas, ya no podia decir nada más, ahora era yo la que la abrazaba a ella. Hasta que se tranquilizó un poco, en ese momento nos fuimos a la cama.
Al día siguiente nos fuimos al cementerio para recordarlo, yo no llegué a conocerlo nunca, justo murió unas semanas de que yo naciese, y nunca me contaron de que fue, pero le llevaron unas flores a donde se encontraba descansando, mi madre se la notaba afectaba, recordarlo no fue buena idea.
En ese preciso instante recibí un mensaje de Ismael.
—”Ya está todo ok” —lo que significaba que ya estaba todo preparado para ir a hablar con Enrique.
Despues de estar en aquel lugar cogi las cosas y me fui, avise a mi madre que iba a llegar tarde, porque sabia cuando entraba pero no cuando podia salir de aquel lugar y no quería que se preocupase de nuevo y menos sabiendo todo lo que había pasado.

El laberinto de Catherine Ross[©]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora