II

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— ¿Cómo se llama esta flor? — Preguntó la niña de hebras rosadas anonada con aquella hermosa flor muy característica de su región

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— ¿Cómo se llama esta flor? — Preguntó la niña de hebras rosadas anonada con aquella hermosa flor muy característica de su región.—

— Es una cecilia —Señalo la mayor mientras cortaba el tallo de una de estas flores con delicadeza.— ¿Te gusta? — Le acerco la flor y esta asintió emocionada.—

— ¿A ti te gusta?

— Claro que si, es una de mis favoritas —Sonreía mientras olía la dulce flor que se encontraba entre las manos de la menor.— Crecen en el lugar mas solitario de la región, pero nunca solas, les gusta las grandes corrientes de aire fresco y siempre se encuentran en el lugar mas alto. Son la representación de la libertad.— La mujer miraba las flores con nostalgia—

—¡Pues ahora también es mi favorito! —Exclamo saltando feliz con la flor en las manos y su mamá no pudo evitar estrecharla entre sus brazos. —

La mujer pelirroja siguió recogiendo las bellas flores, era una amante de todas estas y siempre llevaba a su dulce niña con ella, esperando que tomara el mismo pasatiempo y aprendiera sobre la belleza de la naturaleza. T/N se limitaba a alagar un poco las flores y a jugar con las mariposas que se encontraban al rededor, corriendo y saltando atrás de ellas.

— He terminado T/N, ven aquí. —La niña corrió hacia su mamá y abrazo su pierna exclamando lo hambrienta que estaba, la mujer reía mientras caminaba con la pelirrosa en su pierna.— ¿Qué te parecen unas tortitas de papa para la comida? — La niña chillo de emoción mientras tomaba la mano de su madre.—

— ¿Puedo llevar la canasta? — Preguntó sonriendo con intenciones ocultas.—

—Claro que si

No paso ni un segundo de haber tomado la canasta cuando la niña empezó a correr con ella riendo a carcajadas.

— ¡No corras T/N! ¡Te vas a caer! — La niña hizo caso omiso mientras seguía corriendo cuesta abajo por el acantilado siendo perseguida por su madre.—

De repente una piedra pareció aparecer mágicamente en el camino de la niña ocasionando que tropezara con ella, si no fuera porque la pelirroja creo una corriente de aire para que la niña no sufriera daños, está hubiera bajado todo el acantilado rodando.

— ¡T/N! ¿Estas bien? — Preocupada cuestiono a la ojiazul mientras sostenía sus brazos para levantarla.—

— ¡Alguien puso esa piedra ahí a propósito! ¡Sabia que saldría corriendo y pasaría por ahí! —Reclamo mientras veía a su madre y esta empezó a reírse de la niña mientras ella la veía haciendo pucheros.—

— Eso no es posible mi amor, esa piedra simplemente llego ahí.— Comentó recogiendo la canasta y cargando a su hija en brazos.— Es una coincidencia que se haya cruzado en tu camino.

—¡No es verdad! ¡Yo vi a un señor poniéndola ahí! —Renegó generando que la risa de la mayor aumentara.—

Algo que no le había dicho su madre a T/N, es que esa misma flor de la libertad era testigo de muchos enamorados.

Entre la Arena [Cyno x lectora]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora