Capítulo 8

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Inko, Katsuki y Mitsuki ahora son familia—

Ocho horas después de haber visto al niño por última vez, Inko tuvo que esforzarse más para encontrarlo.

Resulta que la desaparición de un menor de esa edad no necesitaba tanto tiempo antes de iniciar al menos una búsqueda de unas cuantas cuadras.

¿El, por qué?

Porque no eran vampiros, eran humano y mestizo. La intervención de Mitsuki logró al menos el inició de una pequeña búsqueda.

Minúscula en su humilde opinión.

Presentó la denuncia para cumplir la normas de un ciudadano promedio y decente del cual no desconfiar, así que realmente no le preocupaba lo que encontraran los oficiales del país.

La búsqueda que necesitaba debía ser más rigurosa, que cruzara el continente si fuera necesario.

Inko mantenía la mirada perdida mientras recostaba su torso sobre el borde de una ventana a medio abrir, pensaba en una forma de encontrar a su pequeño niño con tan pocas posibilidades.

Si se lo llevaron en la isla y nadie lo devolvió, ni hubo avisos, significa que la isla acogió a corruptos.

Personas que vendieron su patria sobre su "familia", pues no es extraño que algunos híbridos se ensañen con sus familias y jueguitos de la casita.

Ella también lo hizo.

Por alguna razón, cada dos o tres generaciones terminaba con híbridos que fingían o eran huérfanos y como resultado, a esos niños les tocaba ir al campo más temprano, algunos les tocaba quedarse y a otros irse.

Muchas veces no habían padres muertos, sólo "ocupados", desatendidos o bien, malditos.

A Inko le tocó irse, estuvo sola un tiempo y con ello desarrolló un complejo de necesidad afectiva.

Desarrolló anhelos incontables de afectos que no podían ser satisfechos con relaciones normales. Amaba a su familia, pero no era una corrupta, ya que su hijo compartía solo su sangre.

Gran parte de su adolescencia supo que le faltaba una parte del rompecabezas que titulaba felicidad.

No vivía mal, no se sentía mal, era narcisista y vanidosa, con buena apariencia y carisma. Eso era bueno.

Pero seguía siendo una adolescente, no era rebelde, pero quería más.

Más de esto y aquello.

Anhela un lugar al cual tener pertenencia, no podemos decir que se enamoró. Nunca experimento el sentimiento en sí, sin embargo, encontró a alguien agradable.

Por decir lo mínimo.

Un coqueto humano.

Él envejeció e Izuku...

-¡Inko!- Mitsuki la nombró deteniendo el recuento de sus recuerdos.

Ella se acercó con cuidado a la -ahora- humana; detrás de ella estaba su marido Masaru.

La presencia de ambos determinaba que el rumbo de la conversación sería sobre Izuku.

No había mucho que decir, ambos se sentaron, charlaron y rodearon el tema principal.

Inko estaba agraviada, preocupada con una mirada perdida; sus emociones no se centraban en la desesperación, pero eso era lo que debía aparentar.

Mientras más avanzaba la conversación su rostro palideció y el hecho de haber llorado tanto daba la impresión de estar demacrada.

Inko permaneció como humana el mayor tiempo posible, con malos hábitos de sueño y alimenticios, su papel no podía ser más real.

Masaru alabó en secreto.

Los tres tomaron asiento en los sofás de la oficina, los casados en uno e Inko en otro viéndose frente a frente.

No había rastro de Izuku, lo cual no tenía sentido para Mitsuki, pero Inko al menos esperaba que encontraran algo.

- Inko, ¿Recuerdas lo que te atacó un día antes?

Mitsuki mencionó interrumpiendo la charla entre ellos. Al escucharlo ambos guardaron silencio analizando las posibilidades.

Por un lado, hay demasiada coincidencia en el asuntos, por otro lado nada de eso concuerda con la los hechos que Inko conocía, pero para Mitsuki al menos es uns pista.

Masaru continuó.- No lo mencioné ya que los casos se separan uno del otro, pero las coincidencias son innegables, pues son dos intentos de secuestros. En cuanto al ¿Por qué? Es un misterio.

Le siguió Mitsuki influenciada por las palabras de su esposo - ¿Inko, tienes idea de por qué podría suceder?

La razón eres obvia, ella era un Omega en media ciudad plagada de vampiros, o sea, el especimen más frágil y extraño perteneciente a los licántropos, además de tener consigo una cría.

El licántropo que se le acercó debió estar loco, ya que ningún Omega con cría se movilizaría sin su alfa, por ende, el intento de secuestro conllevaría a una posible riña interna.

Sin embargo, ni Izuku, ni Inko llevaban el olor de un Alfa encima y ambos desprendían feromonas asociadas con la tristeza o soledad.

Inko ya podía imaginarse la película que se había creado.

— Los oficiales no pudieron sacarle nada, pero Inko, debo preguntar. ¿No tienes nada que ver con ellos verdad?

Inko no tenía nada que ver con ellos, pero debía de explicarlo de alguna forma.

Ya tenía una idea, ahora tenía que actuar como si la comiera la duda.
- De hecho a...- Agregó una sutil pausa, para atraer la atención sollozando muy leve en el proceso.
- Hisashi no le agradaba apegarse a un lugar.

Analizando lo que decía, significaba que Inko no sabía nada, pero quizás por parte de Hisashi sería diferente.

— Cuando Izuku era un bebé solíamos mudarnos mucho, yo pensé que buscaba un buen lugar donde establecernos. Uno donde Izuku no se sintiera muy presionado.

Las mentiras salieron una tras otra de su boca, si Hisashi y ella supuestamente eran humanos, todo lo que ahora decía eran mentiras.

Por supuesto, Mitsuki no lo dudo y su esposo tampoco lo refutó.

Mientras los estafaba una idea aterradora invadió su mente.

Fin del capítulo —

Palabras: 918
Temática: Vampiros, Omegaverse, secuestro, Híbridos.
Fecha de publicación: 11 de septiembre del 2022

***

Autora: lo sé, lo sé, es muy tarde y encima está corto, pero es una parte que ahora está abordo.

Maldición de Sangre [Dekubowl] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora