Sobre las palabras y la forma de ser

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Últimamente estoy pensando en ver alguna película de Disney para recordar algo del pasado.

No sé donde he dejado a la Andrea de aquel tiempo remoto, pero hace tiempo que ya no siento su miedo y agobio.

Sin embargo, allá donde miro o dejo vagar la mente para detener este mundo descolocado la encuentro echa un ovillo, como si fuera un espíritu asustado.

No sé dónde la he dejado a la Andrea del pasado pero ella sabe exactamente dónde encontrarme con un doloroso pinchazo.

Sé que está ahí

aquí

En mí

La siento en todos mis ligamentos, en los ojos de extraños,

Por las mañanas en el café, por la noche en los restos del helado.

Últimamente estoy pensando en bajar del altar a todos aquellos que se subieron cuando yo pensaba estar en un escalón más bajo.

No.

Estoy pensando en quemar la iglesia con todos los santos e instaurar una nueva línea de pensamiento, limpiar a todos los que pensaban vivir de una pompa llena de gratitud continua y atención perpetua.

Quiero matar a la Andrea miedosa, quejica y necesitada, quiero ahogarla en sus miedos infundados, torturarla entre sus mil caretas y pasear su cadaver por delante de los que la hicieron crecer dentro de mi.

Sé que está ahí

Aquí.

En mí.

La tengo enredada en mis recuerdos como un títere que se deja manejar por los hilos de un destino cierto, que me recuerda que en otro momento no era dueña de mí.

He crecido.

Evolucionado.

Soy más de lo que nunca habría imaginado.

Me estoy peleando con los demonios que se han pasado por la puerta pensando que yo era la que fui entonces y han hecho gala de sus engaños y mentiras.

Pero puedo cambiar de pelaje, y dejar que el barco, por primera vez, siga, sin mi, a flote.

Ojalá ser más fuerte que ella, ojalá quemar todo lo que me ha dejado.

Creo que ya he esperado, sé que es hora de hacerlo mejor de lo que nadie había pensado.

Es hora de seguir luchando por aquello que es mio y que me han arrebatado. Aquí ya no se espera un perdón falsificado, ya no estoy esperando una recapacitación del pasado

A la guerra se viene con las armas en alto, uno camina hacia ella con los deberes firmados, con los derechos de estandarte y las banderas llenas de ideas y cánticos.

Debe ser verdad que de pronto todos hemos cambiado, que ya no somos esos artistas jóvenes que hablábamos de las ganas por vivir el futuro lleno de éxito y diversiones.

Podría escribir un montón de palabras en una hoja usada, podría darme cuenta al fin de los errores que cometo cuando salgo por la puerta de mi casa, pero solo tengo ganas de arremeter contra una pared de yeso y paja. Pero mañana el cielo seguirá estando igual de oscuro que todas las mañanas

Debería hacer caso a la gente que me rodea, debería salvarme primero y dejar que el resto se queme en la pira funeraria.

Gritos atragantadosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora