Capítulo 3: "Escape"

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Justo como dijo aquella mujer, recibió un paquete dos días después de su encuentro y dentro encontró un arma con algunos cargadores, un par de carpetas con información de los Gambino y otra con indicaciones muy específicas de lo que debía hacer antes y después de llegar a Londres, incluso encontró las llaves de un auto, bastante dinero y un cambio de ropa, al parecer viajaría ligero.

Se cambió de ropa y su ropa anterior la metió a una bolsa y la tiró en la basura, ahora su ropa era negra y habría jurado que parecía el típico agente secreto de las películas. También tenía que hacer la carta para Horacio, debía parecer un suicidio. No tardó mucho en escribir, sabía lo que quería decirle, que fuera feliz sin él. Guardó la carta en un cajón en específico dentro de la habitación, justo como aparecía en las indicaciones. Entonces decidió desviarse un poco de lo que tenían planeado para él, tomó las llaves del coche que le habían dado y condujo por la ciudad, compró un par de binoculares y asegurándose de que nadie lo seguía, se acercó a las instalaciones del FBI y esperó pacientemente sobre una colina.

Habría pasado una hora cuando vio entrar un Dominator negro entrar por la entrada principal de las oficinas, era la primera actividad que hubo en todo ese tiempo. Miró a través de los binoculares y pudo reconocer al conductor inmediatamente, era Volkov, y del lado del pasajero no tuvo ni que pensarlo, era Horacio. Su intención era asegurarse de que Horacio estaba a salvo antes de irse, pero al verlo no pudo evitar querer verlo por más tiempo una última vez, de cualquier forma no volvería a pisar Los Santos.

Del edificio salieron dos agentes más, una chica pelirroja y un hombre enmascarado, saludaron tanto a Horacio como a Volkov con un abrazo y estuvieron hablando, los vio reír en varias ocasiones. Esto era lo que necesitaba ver.

Antes de bajar los binoculares, notó que el enmascarado apuntaba en su dirección y de no ser por la distancia estaría seguro que habría recibido la bala en todo el pecho, había reaccionado muy lento. Los cuatro agentes se pusieron alertas, pero para cuando llegaron a su escondite, Gustabo ya estaba dentro de su coche, sólo la mujer había visto como se alejaba en su auto, un Audi negro.

A pesar de que casi moría, sentía un peso menos encima, le tranquilizaba que Horacio tuviera compañeros tan comprometidos, que disparaban antes que preguntar.

Regresó a la habitación, preparó una pequeña mochila y siguió el resto de instrucciones. En el maletero del Audi había un compartimento debajo del forro con más armas y una máscara que debía usar cuando estuviera en peligro su identidad, en Londres debía involucrarse lo menos posible, pero en caso de un contacto directo no debía ser identificado por nadie. Guardó sus nuevas pertenencias dentro del coche, debía de cambiar su ubicación hasta el siguiente día, se suponía que había una casa en el norte con más información y suministros, al parecer no era suficiente ser el mandadero de la mujer, sino que también debía ir de un lugar a otro.

Abrió el coche y apenas abrió la puerta del conductor, una patrulla negra entraba lentamente al estacionamiento. Conocía ese coche, era propiedad del FBI, debió de suponer que su visita no pasaría desapercibida. Entró rápidamente al coche, se agachó para encender el motor, arrancando en tiempo récord y pasar rápidamente junto al patrulla. Chocó levemente, pero eso no lo detuvo para acelerar apenas salió del motel y avanzar por dónde pudiera.

Escapar nunca fue su fuerte, no conocía las calles de la ciudad como Horacio, la única ventaja con la que contaba era en su estabilidad, no solía derrapar o chocar con facilidad, y aún así era terrible para prevenir un bloqueo. Ni siquiera para disparar era bueno, la mejor puntería la tenía Horacio, los tiroteos eran lo suyo, él apenas podría disparar a un objetivo quieto.

Ni siquiera sabía quién manejaba el patrulla, pero cuando se metió en el túnel del canal y el patrulla no se estrelló como esperaba, supo que ese era Horacio. En una recta bajó la velocidad y a través del retrovisor identificar a ambos pasajeros, efectivamente Horacio manejaba y en el copiloto estaba Volkov. No solía adelantarse a los hechos, pero sólo debía sumar dos más dos para saber que escaparse de ambos sería extremadamente difícil.

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