—¿así que el Doctor Kim ofreció a su hermana?— preguntó un voz en la oscuridad, interrumpiendo el relato.
—No exactamente.—respondió.— Kim SeokJin en ese momento contaba con veinte años, no era mucho mayor que Hoseok, su amor y plena aceptación hacia su amigo lo hacía temer porque pasaría si se conociera su condición, lo único que pensó, es que si Hoseok se enamoraba de una chica, aunque fuera solo un poco, estaría libre de la furia de su padre.
—Quiere decir que la prometida de Hoseok, ¿no estaba enamorada de él?.
—Lo estaba, por eso SeokJin creyó que era una buena idea, el podía darle un empujón a Hoseok y al mismo tiempo animar a Soo Hee para que así las cosas funcionaran.
—Este es un buen lugar, seguramente a Phill le hubiera gustado.— Jin había cruzado el frío campamento después de salir de la carpa de Hoseok, preguntó a Jimin y algunos soldados más donde se encontraba el secretario de cabello oscuro, a su parecer, debería estar descansando, sin embargo no lo había encontrado en su carpa.
Caminó hasta fuera de la ciudad, donde algunos le habían indicado que lo habían visto pasar, adentrándose en un pequeño bosque encontró al menor; Taehyung se encontraba solo, sentado sobre un tronco, era entrada la noche, por lo que la luz era escasa, SeokJin llevaba con el un farolillo de mano y pudo ver que Taehyung también tenía uno con él.
Junto al menor había un montículo de tierra abultado, una pequeña cruz acompañada de flores distintas se levantaba sobre él, era la tumba de Phill.
—No lo conocía lo suficiente.—respondió en un ligero susurró.—pero parecía un lugar tranquilo.
—Lo es.—el mayor tomó asiento junto a él, no dijo nada durante un rato, si había algo de lo que se orgullecia SeokJin era de su capacidad para leer a las personas, antes, cuando era más joven, incluso se había pavonado por ella, argumentando que era casi un don divino, ahora se compadecia de cada alma, pues su habilidad casi siempre le hacía ver a las personas tristes, sin importar la cara que quisieran dar.
—Taehyung-
—no tienes que decir nada jinnie.— interrrumpió.— se de lo que soy culpable.
—¿porque todos parecen estar aferrados a tener culpas de algo?.— respondió con un tono molesto.— escuchame bien, no tienes la culpa de nada, Hoseok tampoco la tiene, todo es culpa de esta maldita guerra y tú.-—señalo.— Kim Taehyung no provocaste la guerra contra los nazi, pero si tienes una guerra que librar y es la de tus sentimientos y los de Hoseok y esa guerra puede ser aún mas aterradora, pero tambien puede traer la luz y fuerza que ambos necesitan.
—Pero-
—Nada de peros, Kim Taehyung. — la verdad era que Jin no podía estar molesto por demasiado tiempo, había sido directo con Taehyung, más de lo que podía ser con Hoseok, a su parecer el menor era más fiel a sus sentimientos y tenía la ligera sospecha que si Taehyung daba el primer paso, irremediablemente Hoseok cedería, cayendo profundo en los encantos del menor.— Toma esto.— ofreció estirando su mano.
—¿esto es?— respondió con lo ojos tan grandes como podía, hacia meses, que Taehyung no veía lo que SeokJin le ofrecía.
—Lo estaba guardando para una ocasión especial.
—¡Dios mío!, Jinnie esto es como oro, que digo oro, es aún mejor, ¿seguro que quieres dármelo?.
Jin asintió con una sonrisa en el rostro, Taehyung tomó de su mano la pequeña envoltura que le ofrecían, aquello era caramelo macizo, con una envoltura brillante y decorada, no se veían a diario, aquellos pequeños tesoros solían ser tan valiosos para los soldados que difícilmente los entregaban, aquel dulce tan cotidiano en el campo de batalla valía aún más que el oro, SeokJin lo había conseguido luego de pasar noches enteras cuidando de la pierna de un joven soldado, el doctor había hecho todo lo que estaba a su alcance para no cortar la pierna infectada del joven de apenas veinte años, cuando lo logró, el chico estaba tan agradecido que no podía expresarlo con palabras, por lo que cuidadosamente sacó el tesoro de su chaqueta, comentó que no era suficiente para agradecerle, pero que deseaba poder demostrarle aunque fuera un poco lo mucho que agradecía no rendirse con él, por ello le extendió cuatro pequeños y destellantes envolturas, Jin las tomó feliz, de inmediato comió uno, al introducirlo en su boca sintió el sabor dulce, lo degusto lenta y placenteramente,saboreando cada nota en su boca, aquello era como una brisa en una noche calurosa de verano, pensó enseguida en sus tres amigos importantes, Jimin, Hoseok y Taehyung, al que asigno cada sabor a cada uno de acuerdo a sus gustos, a Taehyung le dio el de fresa, porque en alguna de sus conversaciones el menor le había comentado cuanto extrañaba los dulces de ese sabor, para Jimin guardo uno de vainilla con leche y para Hoseok el que no era dulce, si no, chocolate, al castaño le gustaban demasiado.
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Cuando la lluvia cese.
Fanficel nieto de un veterano de guerra recuerda, el primer gran amor.