El invierno era realmente aterrador en Europa, sentía la fría brisa romper sobre su rostro, tan fina y letal como hermosa,llevaba consigo su uniforme y sobre él un abrigo de cuero de la armada, una bufanda y guantes, pese a ello, el frío lograba calar por su cuerpo.Aquella noche le tocaba patrullar, no era algo que hiciera a menudo, eso había sido delegado a alguien más, sin embargo,él sargento James había caído enfermo, por lo que en su tarea de solucionar problemas tomó su lugar.
Caminaba a paso lento, todo parecía en orden, algunos hombres dormían y otros bebían alcohol, su brigada había llegado a Francia apenas una semana atrás,con ellos, un puñado de nuevos soldados también, había tantos, que era difícil de controlar a todos, al menos por el momento, estaban acostumbrados, pronto, quedarían menos.
Así era la guerra y para Hoseok, que pronto cumpliría tres años en aquel infierno, ya nisiquiera le sorprendía perder compañeros.
Sus botas se encontraban desgastadas de la suela, tanto que podía sentir los escombros en las plantas de sus pies, tendría que cambiarlas, era un lujo que el podía darse debido a su posición, prefería darle vida útil a las cosas tanto como pudiera, después de todo, no estaban ahí para vivir cómodos.
Estaba en alguna ciudad destruida de Francia, había visitado tantas, que el saber exactamente cuál era ya no le interesaba, tres partes de aquel territorio estaba ocupado por los aliados, era lo unico que le importaba, poder dormir un día en paz, pero como siempre, sin la seguridad si por la mañana iba a despertar.
Mientras divagaba llegó al límite de la zona ocupada, ahí pocos guardias se encontraban, algunos dormían, mientras que otros nerviosos apuntaban con sus armas hacia la nada, rezando poder pasar la noche sin tener que disparar, asintió con la cabeza mientras lo saludaban, pudo notar el vaho salir de sus bocas, tiritaban de frío, muchos morirían por ello antes que por las balas y los alemanes,lo había visto ya, jovenes con los labios y piel azulada, con las extremidades tiezas y expresiones dolorosas, para Hoseok, sólo dios sabía que era peor.
Al girar en una intersección en busca de regresar a su dormitorio algo llamó su atención, en un callejón oscuro una tenue luz se asomaba, ¿sería un habitante?, aquella zona había sido evacuada cuando ellos llegaron y aunque hubiera personas aún, sabían que estaban con los buenos ahora, entonces ¿quien era?.
Hoseok sacó su arma, un revolver M1917, un arma semiautomática y de gran peso, bajo la muñeca con la que la empuñaba prendió una pequeña lámpara que le daba la visión necesaria para disparar efectivamente si lo necesitaba.
Con paso lento camino hacia el callejón, por su frente una pequeña gota de sudor resbalaba, sus botas rechinaban, había tanto silencio que Hoseok podía escuchar su acelerado corazón casi salirse de su pecho.
Era inútil decir que no tenía miedo, a pesar de haber vivido en aquel infierno por tanto tiempo, su piel aún se erizada al sentir el peligro.
-Levanta las manos si no quieres que te disparé.
-Mi nombre es Kim Taehyung, batallón de infantería, escuadrón 1324, ejército americano.
Hoseok se sorprendió al escuchar aquello, frente a él había un chico, no parecía mayor, le alumbró la cara y el cuerpo, cuando verificó que portaba el uniforme americano y ninguna arma se relajo un poco, sin embargo, no bajo la suya hasta que se acercó lo suficiente para ver la placa que llevaba en el cuello.
-¿Que hace aquí,soldado?.
El chico no respondió, Hoseok ya no alumbraba su rostro con la lámpara,ahora solo podía verlo por la tenue luz que arrojaba la fogata, Taehyung vestía solamente la característica playera verde del ejército, unos pantalones oscuros y una bisera,sus pies estaba descalzos y si no fuera por la falta de luz, Hoseok podría jurar que los labios del chico estaban moratados.
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Cuando la lluvia cese.
Fiksi Penggemarel nieto de un veterano de guerra recuerda, el primer gran amor.