capítulo seis

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Solo un deseo
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Se encontraban sus codos y manos contrarias apoyadas en sus rodillas dobladas, las lágrimas que soltaba el pelinegro habían levantado al pequeño rubio, quien antes dormitaba tranquilo a su lado. Y es que una semana había pasado, Hyunjin ya comprendía claramente que lo que estaba ocurriendo era un sueño. No lo era. Su razón hizo presencia en el tercer día, en el cuarto intento deshacerse de él, pidiéndole al rubio que se quedara en el bosque, en lo profundo del bosque, mientras el iba a buscar unas cosas, fallo estrepitosamente, cuando el azabache creía haber tenido éxito en su acto de desprenderse de aquel ser tan extraño, un pequeño Jeongin, volvió sangrando, con su codo raspado y rasguños en sus rodillas. tocando la puerta a las nueve de la noche.

Esa fue la segunda vez que Hyunjin se cortaba la palma de su mano.

Y de ese error, el mayor aprendió que Jeongin siempre iba a volver a él.

Así que armo un plan el cuarto día, su poco sensibilidad y miedo ganando en sus actos, Hwang espero pacientemente hasta la noche, disolviendo las cápsulas de doxilomina, en el té que bondadosamente, Hyunjin le había ofrecido al rubio, este aceptando feliz de que su amo lo tome en cuenta. Tal cual judas con Jesús. Con una sonrisa cínica y temblorosa, los dos "durmieron" juntos, Jeongin re costandose en el hombro de Hwang, este simulando dormir. Al cabo de esos frios y tediosos cuarenta minutos y pico, el mayor se levantó, tomando su correa de cuero, pasando esta por atrás de la nuca del rubio, quien descansaba felizmente. Y sin pensarlo, Hyunjin apretó, fuerte, ahorcando al menor.

Otro error cometido.

Cuando ya se estaba quedando sin aire el rubio, Jeongin despertó, asustando al azabache, murmurando un bajo y cansado -A-amo...

Los siguientes días, fueron igual o peores que los anteriores, la culpa acechandolo, ¿miedo?, un poco, aún no lograba encontrar el porqué a él.

-Amo... Ya lo disculpe, no llore -Murmuró Yang, abrazando el brazo derecho de su Hyung, mientras apoyaba la cabeza en su hombro, intentando consolarlo.

Pero a Hyunjin le agobiaba saber que al rubio le hicieron peores cosas, llegando a la conclusión que antes de que el fuera el dueño (si podría autodenominarse así, básicamente Yang era un muñeco, que ahora es su muñeco), hubieron otros. Cuando cometió casi acto de homicio ese día, el rubio lo sorprendió al tomárselo tan tranquilo, consolando sus penas y murmurando un -No tiene porqué sentirse mal, amo, entiendo su reacción, siempre reaccionan así al principio. De todas maneras... Puede hacer lo que quiera conmigo, soy tu muñequito

La alarma sonó, como todas las mañanas, de todos los días, de todas las semanas, de todos los meses. La rotina de su tan aburrida vida.

Hyunjin se limpio las lágrimas. Pestañeando rápido, quizá para secarse las lágrimas o solo para afirmar que esa era su realidad.

¿Habrá pasado las famosas cinco etapas?

Negación.

Ira.

Negociación

Depresión.

Aceptación, según Hyunjin, él estaba en esa etapa.

Exhalo fuerte, tan fuerte que se escucho su resonar. Su pecho alviandose al liberar el dióxido de carbono. Bien. Todo está bien. Se dijo así mismo, parandose de la cama, con los pies descalzos, ojos rojos e hinchados, su cabeza doliendo un poco, no siendo migraña (o quizás si. Hwang no era bueno
autodiagnosticandose), abrió el armario, encontrándose los tonos de sus prendas de vestir, necesitaba un paraguas. Últimamente el clima estaba demasiado extraño, llovia torrenciales en pleno verano, para que luego un arco iris salga, junto al sol.

The Jeongin DollDonde viven las historias. Descúbrelo ahora