capítulo siete

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Lo delicioso de una pastilla
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Las seis y cuarenta, mencionó el locutor, a través de la radio, reproduciendo una música lenta y pacifica. Hyunjin sentado en el mueble de cuero negro acolchonado, sus dedos apretando las manos del sofá, observando un punto fijo, la mancha de pintura del suelo, siendo toda su atención.

-¿Por qué...?

Un silencio fue la única respuesta, Hwang sin darle la mirada, suspirando.

-¿Por qué lo hiciste, Yang?

-¿A qué se refi-

-¡Responde bien, maldita sea! -Bocifero, levantándose en dirección a Yang, quien estaba sentando, con los pies en la encima de la silla de la mesa de cocina, su bonito suéter cubriendo todo sus piernas, hasta el tobillo y su brazos rodeando sus piernas. Tembló al ver a su amo tan enojado.

-Usted dijo que no lo quería cerca -murmuró en un hilo de voz, jugando con sus dedos de las manos.

Hyunjin tomo bruscamente el rostro del rubio, sus dedos apretando las niveas mejillas, dejando rosa donde las puntas de sus falinges precionaban. Jeongin jadeo de miedo, sus ojitos brillosos abriéndose por tal tosco movimiento de su amo.

-Yo en ningún momento dije que lo dejes en terapia intensiva, maldita sea

Yang chilló apenado, intentando quitar su rostro de los dedos de su amo, sus niveas manos tomando con miedo la muñeca de él mayor, mientras su inferior temblaba.

-Me duele, p-por favor -titubeó.

Hyunjin suspiro, regresando en si, y es que ¿Qué hará?, si vieron a Jeongin, lo más probable es que lo hayan visto entrar a la cafetería de su familia, y qué quizá vinculen que trabaje ahí.

¿Lenn?

Le le valía tres mierdas.

La reputación y todo el esfuerzo de su familia se iría muy bien por la borda. Oh joder, tenía que encontrar una solución.

Soltó las mejillas de Yang, girando sobre sus talones en busca de su cálida pastilla bicolor, el sonido del agua chocando con las paredes del vaso ayudaba a Hyunjin, sabiendo que seguía con calma. Ingirió rápido la cápsula, raspando su garganta por tal brusquedad.

-Okey, en estos momentos me vas responder. Sin llanto -habló -¿te vieron?

-N-no

-Imposible, ¿Cómo mierda no te vieron en plena luz del día?

-E-ellos miraban al perrito

Hyunjin más calmado, se sentó a su lado, su temperamento cambiando al ver los ojos llorosos de Jeongin, oh, le recordó cuando ella lo miraba así

No.

Otra vez no.

-¿Qué perrito? -preguntó, juntando sus manos sobre la mesa.

Tres toques fuertes sonaron, alarmando a los dos presentes, a Hyunjin por el miedo de que sepan que Jeongin lo hizo, que cometió aquel delito inaudito y a él rubio por ver a su amo enojado.

La policia.

Miles de escenas pasaron por la cabeza de él azabache. Plan uno, actuar con naturalidad, sonreír a medias, dejarlos entrar a casa, que revisen todo, porque el vive solo, no hay más testigos que revisar, no hay a quien preguntar ni que descubrir pero el único problema era que...ya no vivia solo.

¿Cómo ocultará a Jeongin?, podría encerrarlo en el ático hasta que el resuelva todo, abriría la puerta con una sonrisa gratificante, como de costumbre, mientras que con su zurda sostiene un cuchillo, puede que sea de cocina, el de cortar cerdo serviria demasiado tiene filo y es lo suficiente mente liviano como para hacer un corte pulcro, solo... Solo por si las cosas salen mal.

The Jeongin DollDonde viven las historias. Descúbrelo ahora