capítulo ocho

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En vencimiento
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Habían pasado días de la visita de Nayeon, dias en los cuales la policía había anunciado que debido a los escasos recursos de pruebas como para iniciar una investigación, decidieron dejar el caso de Lenn, o eso es lo que dijeron, Hyunjin convenientemente acierta en saber que la policía de su ciudad es lo suficientemente mediocre y perezosa como para investigar a un citadino común.

Ese jueves por la tarde, con el sol en su máximo esplendor, Hyunjin abrió la nevera, la leche entera aún sin caducar, esencia de vainilla al día, al igual que el azúcar, teniendo muchas bolsas de ella en el almacén, todas con su vencimiento en meses. El azabache suspiro, en el ámbito de la preparación del café estaba todo relativamente bien, lo que le preocupaba era saber que el repostero aún no llegaba. mierda, no debían de haber contratado a Jay, estas semanas.

Cerró la nevera, dirigiéndose a la afueras del almacén, ciertos clientes frecuentes, ya estaban sentados viendo las noticias con un postre refrescante como la tarta helada.

La señora Mily con su fiel café en manos y está vez su gato Mochi acompañandola.

Todo tan usual que le traía cierta paz.

La campana de la puerta sonó.

Anunciando la llegada de quizá, ojalá Taehyung piense arduo que sea un cliente y no un vagabundo pidiendo limosna, sea un nuevo acompañante de mesa.

Todas sus espectativas se vinieron abajo al reconocer esa cabellera castaña que en esta ocasión llevaba una cola de caballo, dejando ver su pulcro rostro y aflijada mirada.

Joder.

Lila.

-Buenos días, Hyunjin-ssi -Reverencio la pálida, con sus labios secos de tanto relamerselos.

El azabache supuso que de los nervios.

-Lila...

-Yo te venía a preguntar si viste algo -Murmuró sacando un lápiz grafito con la punta ya casi desgastada y una libreta pequeña, no más grande que la mano de la femenina -Ellos... Los policías ya no quieren seguir el caso de Lenn

-Lo lamento tanto

¿De verdad lo hacía? ¿O solo lo decía por educación? Y ahí vamos de nuevo con la vieja y falsa cortesía.

Oh, claro que Hyunjin sabía muy bien la respuesta.

-Si, no te preocupes, no fue tu culpa

Y la mirada que Lila le dio al final dejó al mayor dar un trago de aire profundo, porque Hyunjin reconoció, oh, joder, reconoció la mentira e insinuación que ella hacía al venir acá.

Porque si

Porque Lila Choi, sospechaba.

Y tendría que intervenir.

-¿No deseas algo de tomar?

Lila acepto con media sonrisa, sentándose al lado de la ventana, escribiendo Dios sabe que en su pequeña libreta, que llamaba mucho la curiosidad de Hyunjin.

Y mierda, ¿Dónde estaba el escurridizo de Jeongin cuando se le necesitaba?.

Sacó los granos de café del pomo azul, el olor repugnante para su persona, irónicamente, Hyunjin aborrecia el café, con la mueca de disgusto, tiro despacio los granos y la máquina expresa empezó a funcionar.

Escucho pasos de la parte de atrás de la cafeteria, pasos muy rápidos y alborotados, Jay saliendo de la puerta de la cocina con su mandil mal puesto y su característico perfume de vainilla.

The Jeongin DollDonde viven las historias. Descúbrelo ahora