llegó el momento 1

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                 Pov lexie  

Ocho meses de embarazo, falta poco tiempo para dar a luz y estoy a nada de entrar en pánico, siento una cantidad de miedo enorme, hay tantas cosas que me hacen temer, y ni siquiera puedo hablar de eso, el día de hoy Alex llevó a mi niño al dentista, y yo me quedé sola en casa, lo cual solo provocó que mi mente volara en miles de malos escenarios .

Llevo una hora llorando sin parar, siento mucha vergüenza por no poder controlarme, no puedo creer que estoy llorando por algo que todavía no ha pasado, y no se si va a pasar, de todas formas me permito sentirme mal, porque en cuanto mi hija nazca mi responsabilidad será sobreponer sus emociones, yo dejaré de importar.

Unas horas después Alexander entró a la habitación y comenzó a a cambiarse sin mirarme, yo comencé a hipar, y el volteó a verme con preocupación, y como siempre pasa, cuando él se acercó a mí comencé a llorar más, porque me hace sentir protegida, me tomó entre sus brazos y espero a que me calmara para poder hablar.

-¿Qué pasa amor?- yo suspiré antes de comenzar a hablar

-¿Y si ella es autista?-me tensé con solo decirlo.

-¿De dónde sacas eso Lex?-me enderecé para mirarlo a los ojos

-Yo soy autista, así que ella puede serlo también-llevé mis manos a mi vientre como si eso fuera a protegerla

-Si ella es autista, no pasa nada Lex, tú mejor que nadie sabes que eso no te define como persona- a pesar de que él lo dijo con buena intención me sentí incomprendida.

-Eso no es lo que me interesa, a mi no me importa si es autista o no, me preocupa lo que implica, desde serlo psicológicamente hablando, hasta lo que pasa dentro de la sociedad, tal vez no me entiendas, nosotros estamos listos para tener una hija autista, pero el mundo no está preparado para aceptarla, las personas son crueles, ignorantes y poco empáticas, no quiero eso para mi hija- Alex volvió a abrazarme y acaricio mi cabello.

-Princesa, todo estará bien, la bebé va a estar bien-asentí lentamente dando a entender que estaba de acuerdo

-Cierto... además creo que no es momento de preocuparnos por eso... Alex amor no quiero que te asustes necesito que mantengas la calma, más que nada porque no se si yo pueda hacerlo, creo que ya  tengo contracciones- conforme fui hablando la cara de Alex se volvió blanca 

-¿Ahora... justo ahora?- yo solo asentí

Luego de eso todo se volvió un caos... bueno Alexander se volvió un caos, lo que quiere decir que comenzó a caminar de un lado a otro mientras que yo fui a preparar a Izan y llamaba a mi mamá.

-Okey, ya me calmé-le di una mirada molesta.

-Lleva a Izan a casa de mi mamá mientras yo termino de arreglar todo aquí- respiré profundo después de sentir una contracción.

—Claro que no, tenemos que irnos ya al hospital—él tomó mi maleta y caminó hacia la puerta.

—Alexander, piensa un momento como el médico que eres, mis contracciones no son tan seguidas, además no he roto fuente, hasta que eso no pase no van a admitirme en el hospital, lo mejor es mantener la calma, no pienso dejar a Izan en la guardería mientras esto pasa, llévalo con mi mamá, cuando regreses vamos al hospital—respiró y asintió lentamente.

—¿Mami, qué pasa?—Izan se paró a mi lado un poco asustado.

—No pasa nada malo cariño, lo que pasa es que tu hermana ya quiere nacer, ¿Sabes lo que significa?—mordí mi labio tratando de no hacer una mueca de dolor.

—No...—su mirada pasó de estar sobre mi a mirar a su papá pidiendo ayuda.

—Bueno... Cuando seas mayor hablaremos más a fondo de esto, pero, significa que mami irá al hospital, y ahí tu hermano saldrá de la pancita de mamá—Izan se puso blanco, y es que tiene una gran similitud con su papá.

—¿Y eso duele?—su pregunta me tomó por sorpresa.

—Si, un poco, pero no pasa nada mi amor, voy a estar bien, y en menos tiempo del que crees vamos a estar los 4 aquí en la casa—mi bebé corrió hacia mí y abrazo mi pierna.

—Te amo mamá—como si Alexander leyera mi mente cargo a Izan para que quedara a mi altura.

—Yo también te amo mi amor, eres mi bebé precioso—lo abracé y le di un beso.

—Muy bien cariño, hoy te quedarás un rato con tu abuelita, y mañana muy temprano iré por ti—ellos salieron por la puerta y por fin pude soltar un quejido de dolor.

Unos minutos después escuché la puerta ser abierta, cuando me levanté un líquido caliente cayó por mis piernas y una contracción más fuerte que las anteriores me atravesó.

—¡Oh Dios, esto duele como la mierda! —Alex llegó a la sala corriendo.

—¿Te sientes bien?—sus ojos estaban muy abiertos.

—Claro de maravilla... Estoy a punto de expulsar un bebé por mi vagina ¿Te parece que estoy bien?—y si, cuando siento dolor soy mala.

—Te llevaré al hospital—me tomó por la cintura y me ayudó a caminar hasta el auto.

—Perdón, no quería hablarte así, es que duele mucho—solté otro gemido por el dolor.

—Lo sé mi amor, todo va a estar bien— tomó mi mano y le dio un apretón.

Una vez en el hospital me internaron, y poco a poco había más aparatos y cables a mi al rededor, fue ahí donde caí en cuanta de lo que iba a pasar, mi hija ya vendría a este mundo.

La ginecóloga entró para ver si estaba dilatando correctamente, y por primera vez comprendí el porque las pacientes se quejaban, es algo incómodo y muy doloroso.

—Bueno, vas muy bien Lex, te faltan 3cm para que todo esté listo — mi corazón comenzó a palpitar con fuerza el aire se volvió denso y mis músculos de tensaron.

—No, no, no, se supone que esto tarda horas, quizá días, no estoy lista — mi respiración se volvió errática hasta que Alex me abrazó y comenzó a cantar en mi oído.

—Shhh, shhh, tranquila, todo está bien, no hay nada que temer, todo saldrá bien—la doctora salió de la habitación.

No hablé, no me moví, solo me quejé por el dolor, así me quedé en sus brazos, en mi lugar seguro, hasta que una hora después todo comenzó.

Enamorada De Mi Mejor AmigoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora