4 - Necesito un amigo

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Franco:

Se me había antojado hacer ese viaje con Victoria, es que quería conocerla mejor, pero más quería que ella me conociera a fondo. Era complicado legalmente hacerlo, así que lo mejor era que nos casáramos. Aunque realmente quería casarme con ella, ya no soportaba imaginar mi vida como era antes, ya no la concebía sin ella poniéndolo todo de cabeza.

Victoria había tenido una vida por demás difícil y yo quería compensarla, dándole todo lo que le había sido negado

- ¡Hagamos un viaje! – le solté de golpe

- ¿Qué? – amo sus ojos llenos de sorpresa

- Sí, un viaje, solos tú y yo

- Ooook... - parecía asustada

- Podemos ir a donde quieras, ¿a dónde quieres ir? – quería que eligiera un lugar en el mundo para llevarla

- Pues, no tengo idea. Nunca he salido de aquí. Creo que lo más lejos que he ido es tu casa de campo.

- Entonces te llevaré muy lejos y recorreremos varios países – le tomé la mano y la aprisioné con fuerza – ¡pero antes cásate conmigo! – en ese apretón iba mi corazón.

Si bien, la noche anterior le había pedido que se casara conmigo, y a la mañana también, lo que le pedía ahora es que fuera de inmediato. Casi se ahoga con la petición, tuve que hacerle aire con las manos para evitar que se atorara. Hice una broma sobre que estuviera embarazada y casi se desmaya. Son un imbécil, olvido que hasta internada estuvo por estrés. Traté de calmarla. Pero casi se desmaya cuando se lo dije a mi abuela. Me miró con ganas de matarme, y no la culpo, cuando quiero puedo ser odioso.

Pero la verdad es que esta mujer me tenía enamorado como nadie. Haberla encontrado aquella mañana en mi casa fue lo mejor que me ha pasado.

- ¿Y qué dices, abuela?

- Que te adoro, Franco, lo sabes. Tus padres estarían muy orgullosos de ti, tendrán la boda más hermosa del mundo, será digno de reyes.

- Bien, pero escucha bien, quiero que empieces y que sea ya. Tú te encargaras de todo, pero la última palabra la tendremos nosotros sin discusión

- Bien

- Ok, si estamos de acuerdo, ahora con Vic, saldremos un rato. Tienes tarea que hacer

Miré a Victoria ofreciéndole mi mano y salimos del comedor, directo al dormitorio. Al entrar la noté tensa, hasta un poco enfadada conmigo

- Te pedí que esperaras, Franco, ¿por qué no lo hiciste?

- Amor, estabas preocupada por el enojo de la abuela, la única manera de hacer que se le fuera era dándole otra motivación, y el casamiento me pareció la mejor

- Yo no sé si sea buena idea...

Se veía un poco molesta, me acerque a ella, la tomé por la cintura y la traje hacia mí. Le besé el cuello y sentí nuevamente su estremecimiento.

- Ya te dije que alucino cuando te estremeces en mis brazos

- Y yo que adoro que me hagas estremecer – me empujó y se separó de mi – Pero no es de eso de lo que estamos hablando. ¿Qué pasará cuando quiera que vengan mis padres a la boda o alguien más de mi familia?, porque al compromiso estuvo bien que no pudieran venir por trabajo, pero ... ¿a la boda de su hija?, como que es mucho para creerlo

Se escuchaba por demás ansiosa, comenzó a dar vueltas por la habitación. Yo me senté en la cama con los codos sobre mis rodillas y la cabeza entre mis manos. Tenía razón, no había pensado en ese detalle. ¿Cómo pudo escapárseme? Debía pensar y debía hacerlo rápido. Por fin me puse de pie

Victoria 2, La Novia Alquilada. El resto de la historiaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora