QUIERO VERTE

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A la muerte de Sasuke, los ancianos y la hokage determinaron que los ojos del Uchiha debían ser aprovechados. Por esa razón, Kakashi obtuvo el sharingan apenas terminó la guerra, aunque este se resistió todo lo que pudo en un inicio, sin embargo, había sido el más indicado ya que lo había portado gran parte de su vida. 

El rinegan se quedó sin dueño, debido al alto consumo de chakra que se necesitaba para controlarlo y era custodiado con recelo. Un buen día, de la nada, comenzó a brillar.

A pesar de todos los jutsus realizados sobre aquella pieza ocular, no encontraron nada extraño, pero tenían que ser precavidos, porque aquel ojo, no dejó de brillar desde aquel día, aunque tampoco hizo alguna otra cosa.

Por aquellas fechas, en la casa de los Hyuga, Hinata se aisló totalmente hasta que un día, el Kazekage llegó a la aldea.

La pelinegra dedicaba su tiempo libre para ir a visitar la tumba de Naruto y contarle sus penas.

Gaara, que iba a lo mismo, vio a la chica y pensó en darle apoyo moral.

-Su ausencia se siente demasiado – Dijo el pelirojo.

-Si – Agregó Hinata.

-Sé que lo amabas y aunque no es lo mismo...

-Lo sé. También sé que era un querido y valioso amigo para ti.

Los dos se quedaron frente a la tumba. Hinata comenzó a llorar y Gaara, sin saber qué hacer, le dio unas palmaditas en la espalda.

Ya se iba cuando escuchó que Hinata dijo.

-Naruto... gracias por dejarme este gran regalo – Sonrió.

Gaara no entendió lo que significaban esas palabras, pero pronto lo haría.

Sus encuentros fueron frecuentes y similares, cada vez que el kazekage iba a Konoha. En aquella tumba, bajo un cerezo, compartieron información y se fueron conociendo.

Un buen día, Hinata descubrió algo fatal. Su padre ya estaba pensando en comprometerla.

- ¡No! – Reclamó ella.

-No es una pregunta Hinata. Eres la responsable de la herencia Hyuga.

-Dale esa responsabilidad a Hanabi entonces, como todo lo que querías darle.

Hiashi Hyuga no soporto tal insolencia y abofeteo fuertemente a su hija, a pesar de que sabía que era su dolor el que hablaba por ella.

-Debo reconocer que tienes agallas para enfrentarte a mí.

-No puedo hacer lo que dices porque... ¡voy a tener un hijo de Naruto!

Hiashi Hyuga tragó duro y levantó la mano de nuevo contra su hija, quien lo miraba fijamente sin moverse. Hiashi bajó la mano.

- Bien, si así lo quieres, entonces busca por tu cuenta. Tienes un mes y no voy a aceptar a un cualquiera. Si no me traes alguien digno, tendrás que hacer lo que yo diga.

Una vez que su padre se fue, Hinata lloró amargamente, sin saber qué hacer.

A la mañana siguiente, Gaara hizo su acostumbrada visita a la aldea y Hinata aprovechó para contarle sobre la situación a la que la estaba orillando su padre.

Ese día, algo cambió y Gaara la tomó en sus brazos para consolarla, eran buenos amigos ya hacía tiempo, así que Hinata le reveló su secreto mientras se apretaba contra su pecho.

-Antes de su última batalla... Naruto me dijo que estaba seguro que iba a morir, así que le dije que si estaba tan seguro me diera algo. Y por eso... voy a tener un bebé de él – Dijo la pelinegra. Gaara abrió mucho los ojos sorprendiéndose, pero luego se llenó de alegría . Naruto no estaba muerto, nunca lo estaría.

OJOS DE JADEDonde viven las historias. Descúbrelo ahora